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Multitudinaria peregrinación a Luján.

El Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, acompañado de su Obispo auxiliar, Mons. Nicolás Baísi, encabezó la 115º peregrinación arquidiocesana a Luján. Una multitud procedente de los cinco partidos que integran la Arquidiócesis, La Plata, Berisso, Ensenada, Magdalena y Punta Indio, colmó las instalaciones de la Basílica, y renovó ante la Madre de la Patria su compromiso de trabajar, con creciente intensidad, por una Iglesia misionera, siempre en salida.
Antes de concluir la Misa, Mons. Aguer anunció la donación de una réplica exacta de la Virgen de Luján -ubicada durante la celebración en el presbiterio-, para la construcción de una ermita en la ciudad de Ensenada. «Que ella proteja -enfatizó- a los queridos hermanos que viven allí, y los confirme siempre en el trabajo por el bien común». Según adelantó el intendente de Ensenada, Mario Secco, la misma será emplazada en la rotonda de ingreso, en el Camino Rivadavia, cerca de la destilería de YPF.
La Misa, como todos los años, tuvo lugar a las 11, luego de lo cual se compartió fraternalmente el almuerzo en el Descanso del Peregrino. A las 15, en la escalinata de la Basílica, se rezó el Santo Rosario, y a su término, los distintos grupos emprendieron el regreso a sus respectivas
comunidades.

Enfática defensa de la familia

Mons. Aguer, recién llegado de la asamblea del Episcopado argentino, alentó a los fieles a que «lean íntegramente el documento que los Obispos acabamos de publicar, y que hemos votado por unanimidad», y llamó a recuperar con vigor la sana costumbre de peregrinar en familia. Al respecto, subrayó que «basta pensar un momento para reconocer qué problemas afectan a la comunidad familiar, y cómo se descuida -cuando no se desprecia- su realidad institucional y sacramental. Familias separadas, ensambladas, divididas, convivencias que no se fundan en el matrimonio, ni siquiera el civil».
Exhortó, entonces, el prelado platense, «a pedir hoy a María por las familias cristianas, que deben superar tantas dificultades. Y roguemos también que los adolescentes y jóvenes reconozcan que el amor auténtico entre varón y mujer es perdurable, que se refiere al sacramento del matrimonio, fuente que funda la estructura familiar, y que se prolonga generosamente en los hijos».
Este es el texto completo de la homilía de Mons. Aguer:

Aquí tienes a tu Madre

Homilía en la Misa de la 115º peregrinación arquidiocesana a Luján. Basílica Nacional.

10 de mayo de 2014.

Acabamos de escuchar las palabras del Señor, pronunciadas desde la cruz; dirigiéndose al discípulo a quien él amaba (Jn. 19, 26), dijo: aquí tienes a tu madre (Jn. 19, 27). Aquí es para nosotros hoy, y muchísimas veces, Luján es siempre el aquí donde Jesús nos dejó a su madre como madre nuestra. Todos conocemos la historia de la célebre carreta, según el relato de fray Pedro Nolasco de Santa María. Resumiendo: el carretón no se movió hasta que no quedó en tierra el cajón que contenía la pequeña imagen de la Inmaculada Concepción, la misma que hemos venido a contemplar, y que mostró quererse quedar aquí. Aquí tenemos a nuestra Madre.

Venir a Luján es siempre un acto íntimamente personal; quiero decir que nos trae una certeza de la inteligencia y un impulso del corazón. Venimos personalmente, para abrirnos ante María desde lo más hondo de nuestro ser; venimos a cobijarnos en ella, a descargar nuestra angustia –a veces con llanto–, o a expresarle con alegría nuestra gratitud. Siempre, cualquiera que sea la circunstancia, nos trae a Luján el propósito de solicitar su mediación ante el Mediador, ante Jesús que nos la dejó por Madre.

Venimos a Luján, normalmente, en familia. Por lo menos eso era antes muy común. Se solía venir en familia y pasar aquí buena parte del día: después de visitar a la Virgen se hacía una recorrida por el museo y se acampaba en el Descanso del Peregrino para comer algo. No sé calcular en qué medida se cumple hoy aquella saludable costumbre, tan propia de la piedad popular. Basta pensar un momento para reconocer qué problemas afectan actualmente a la comunidad familiar y cómo se descuida –cuando no se desprecia su realidad institucional y sacramental. Familias separadas, ensambladas, divididas, convivencias que no se fundan en el matrimonio, ni siquiera el civil. No dejemos de pedir hoy a María por las familias cristianas, que deben superar tantas dificultades, y roguemos también que los adolescentes y jóvenes reconozcan que el amor auténtico entre varón y mujer es perdurable, que se refiere al sacramento del matrimonio, fuente que funda la estructura familiar, y que se prolonga generosamente en los hijos.

Hoy hemos venido también en cuanto peregrinos platenses, como la Iglesia particular que es nuestra arquidiócesis. Esta peregrinación, que con tanto gusto y fervor repetimos anualmente, debe consolidar nuestro espíritu diocesano, de tal modo que podamos sentirnos cada vez más integrados a esa gran comunidad eclesial. A través de la Iglesia particular que es la arquidiócesis nos reconocemos con alegría insertados en la Católica, en la Iglesia universal, Cuerpo místico de Jesucristo. Cada uno de ustedes lo concreta con su participación en la vida de la respectiva parroquia o capilla. Nuestra arquidiócesis de La Plata puede exhibir ya una rica historia, protagoniza un presente en expansión y marcha hacia un futuro cargado de promesas. Les pido que nos unamos en la súplica a Nuestra Señora para encomendarle los trabajos pastorales que están en curso, sobre todo en las periferias de la ciudad y entre los más pobres, a los cuales les debemos la comunicación del Evangelio y de la vida de la gracia. Que podamos ser una Iglesia “en salida”, fervorosamente misionera, como nos lo ha pedido el Papa Francisco.

Finalmente, reconozcamos que venimos a Luján también como argentinos, en cuanto tales. La Virgen gaucha es nuestra patrona en cuanto hijos de esta patria. La Argentina hoy está sufriendo por muchas y variadas causas: pobreza que lejos de disminuir sigue creciendo, exclusión, decadencia de la educación popular, violencia desatada, proliferación del delito que nos pone a todos en riesgo, aumento del individualismo egoísta, corrupción privada y pública. Lo hemos dicho los obispos por unanimidad, reunidos en asamblea plenaria, en el documento que quisimos publicar precisamente este 8 de mayo, solemnidad de Nuestra Señora de Luján. Una renovación de nuestra vida social no depende sólo de los gobernantes, en sus distintos niveles. Depende también, y mucho, de nosotros. Conociendo nuestras flaquezas, busquemos amparo en el cariño de nuestra Madre y pidámosle por la patria y por nosotros, responsables de su futuro.

La escena del Calvario que escuchamos en el Evangelio de hoy, está relacionada con otra, que también nos ha transmitido San Juan: es el relato de las bodas de Caná. Seguramente ustedes la recuerdan: María advirtió la necesidad de aquellos novios a quienes en plena fiesta se les acabó el vino, y discretamente recurrió a Jesús. No tienen vino, le dijo (Jn. 2, 3). Jesús la probó al contestarle que no había llegado todavía la hora de manifestar su poder. Pero ella, que lo conocía muy bien, recomendó a los sirvientes: hagan todo lo que él les diga (Jn. 2, 5); y se produjo el milagro. A nosotros también María en Luján nos remite al Señor, a escucharlo y a obedecerlo. Llevemos hoy en el corazón esta consigna, que ella nos repite íntimamente: ¡hagan todo lo que él les ha dicho! Que este pedido de nuestra madre nos movilice con entusiasmo, nos sostenga el ánimo para dar testimonio de la fe mediante una conducta en la que reluzca una caridad universal, de modo que a pesar de las tribulaciones, infaltables en la vida, gocemos de una sencilla y profunda alegría. Que así sea.

+ Héctor Aguer

Arzobispo de La Plata

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