Mons. Baísi presidirá la Misa en la memoria de la Beata Ludovica.
El próximo martes 25 de febrero, memoria litúrgica de la Beata Sor María Ludovica, el Obispo auxiliar de La Plata, Mons. Nicolás Baísi, presidirá la Santa Misa, a las 19.30, en la Catedral. Se invitó a concurrir, especialmente, al clero, a las religiosas, a los laicos; y, muy particularmente, a los agentes de pastoral directamente involucrados en la caridad con los más pobres, enfermos y marginados.
«La ‘Beata Ludovica’, como la llamamos popularmente -expresó Mons. Baísi-, nos llama a vivir ardientemente la caridad. Y a mostrar, con nuestras obras, una fe auténtica, audaz para hacer el bien, y alegre en su testimonio»
El prelado agregó que “la Beata María Ludovica -como lo dije muchas veces- es, también, un claro modelo para la vida religiosa. Y del notable aporte de las consagradas en el hospital público. Ella enseña que la consagración en la Iglesia, cuando se vive a fondo, arraigada y edificada en Cristo, produce inevitablemente frutos de santidad”.
Nacida el 24 de octubre de 1880, en San Gregorio –pueblito de los Abruzzos-, Italia, ingresó con las Hijas de la Misericordia, fundadas por Santa María Josefa Rossello, el 14 de noviembre de 1904. Tres años después llega a la Argentina, y es destinada al Hospital de Niños platense.
“Hacer el bien a todos, no importa a quién”, fue su lema distintivo. Infatigable y apasionada por Cristo, a quien reconocía con ardiente caridad en los niños enfermos, logró obtener salas de cirugía, salas para los pequeños yacentes, nuevas maquinarias, un edificio en Mar del Plata, para la convalecencia de los niños; una capilla (hoy parroquia Sagrado Corazón de Jesús, de City Bell), y las quintas de la zona para que sus niños tuviesen siempre alimento genuino.
Durante 54 años fue amiga y confidente; consejera y madre, guía y consuelo de cientos de personas, de toda condición social, en City Bell. Murió en La Plata, en 1962, a los 82 años. Su proceso de beatificación comenzó en 1996. Fue declarada Venerable en 2001, y fue beatificada en Roma, en 2005, por el Papa Juan Pablo II. Sus restos descansan en la Catedral de La Plata.
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