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Visita del Arzobispo a la Unidad Nº1 de Olmos

Mons. Fernández administrando el sacramento del Bautismo en la Unidad Penal Nº1, en Olmos.

El martes 3 de Diciembre, el Arzobispo Víctor Manuel Fernández visitó la Unidad penal Nº 1 de Olmos, en donde celebró la Eucaristía con los jóvenes presos y administró a varios de ellos el sacramento del Bautismo, la Confirmación y la Primera Comunión.

Mons. Fernández, quien estuvo acompañado por los capellanes Daniel Astuti, Juan Ferri y Carlos Malter, se refirió ante los jóvenes reclusos «a la dignidad que Dios les da y que nadie les podrá quitar, al amor de Dios que siempre da una nueva oportunidad y al proyecto del Señor sobre nuestras vidas que no se anula por nuestras caídas, porque, como dice San Pablo ‘los dones y el llamado de Dios son irrevocables'».

En esa línea, el Arzobispo les recordó a los nuevos bautizados que «siempre fueron creaturas amadas por Dios, pero que él quiso más, quiso hacerlos sus hijos». «Y no es una mera adopción con papeles porque Dios realmente les comunica su sangre invisible, su vida, su gracia. Eso les da una dignidad enorme que nadie les podrá quitar, y tienen derecho a caminar con la frente alta por más errores que hayan cometido», añadió Mons. Fernández.

Continuando con esa postura reflexiva, el Arzobispo expresó a los recién bautizados que «serán siempre hijos amados del Padre, que una y otra vez les dará una nueva oportunidad. Dios perdona en serio, los demás no sabemos».

Por su parte, a los que comulgaron por primera vez, Mons. Fernández les dijo que «en la Comunión Jesús, el amigo, quiere tener con nosotros la unión más íntima que se pueda imaginar. Se hace comer para abrazar todo nuestro ser». Y prosiguió: «Ustedes pensarán que se pierden muchas cosas por no estar afuera. Pero aquí dentro tienen cosas grandes y preciosas. Podrán recibir a Jesucristo, conversar y crecer en la amistad con él».

Mientras a quienes recibieron la Confirmación, el Arzobispo les aseguró que «se llenan del fuego de amor que es el Espíritu Santo, que quedará como un sello, o mejor, como un abrazo permanente de amor. Por eso, cada vez que lo necesiten, estén donde estén, él dirá ‘aquí estoy'». «Y él quiere darles fuerzas para construir un mundo nuevo, también aquí dentro de la cárcel. Él quiere hacer mucho bien a través de ustedes, porque los toma en serio. Gracias a Dios por tantos regalos que hace en este lugar», finalizó Mons. Fernández.

El Arzobispo expresó ante los internos que el «amor de Dios siempre da una nueva oportunidad».

 

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