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Tercer Domingo de Cuaresma: Los Tres Puntitos del Arzobispo Gabriel Mestre

Domingo 3º Cuaresma Ciclo B. 3 de marzo de 2024

Primera lectura: Éx 20,1-17

Salmo: Sal 18,8-11

Segunda lectura: 1Co 1,22-25

Evangelio: Jn 2,13-25

         El Evangelio de este Domingo tiene su centro en el conflicto desatado en torno al Templo de Jerusalén. Para la mayoría de las religiones el templo es el lugar del encuentro del ser humano con Dios. En este sentido Jesús es Templo: por ser verdaderamente Dios y verdaderamente hombre, es el espacio de encuentro entre Dios y el ser humano. En su propio Cuerpo se da esa realidad. Por eso Cristo, en su muerte y resurrección, supera el culto antiguo, el culto del solo templo físico o edificio donde se traían monedas y determinados animales para ofrecérselos a Dios a cambio (“comercio”) de lo que puntualmente se le pedía. La actitud de Jesús en este episodio no es una reacción principalmente moral o ética, sino más bien teológica. La expulsión es un gesto profético eficaz con el que Jesús inaugura, antes de la Pasión, el culto nuevo, en “espíritu y verdad” (Jn 4,24), donde el centro no es el edificio ni determinadas prácticas rituales sino el mismo Señor, muerto y resucitado que da vida nueva a toda la humanidad.

         A la luz del Evangelio y con el contexto presentado, propongo tres puntos para nuestra meditación y reflexión sintetizados en tres palabras: INTERIOR, TEMPLO, VIOLENCIA.

1.     El Señor conoce lo que hay en el INTERIOR del ser humano

2.     Jesús, el Nuevo TEMPLO, renueva nuestra espiritualidad

3.     ¿Existe ira y VIOLENCIA en Jesús?

1.     El Señor conoce lo que hay en el INTERIOR del ser humano

Es muy significativa la frase con la cual concluye el Evangelio de hoy: Jesús conoce el INTERIOR de cada uno de nosotros. Esta afirmación puede llevarnos a realizar un examen sereno de nuestra vida y preguntarnos qué hay en nuestro INTERIOR hoy. Llegando a la mitad de la Cuaresma de este año, qué tenemos en el corazón para presentarle al Señor: lo bueno, lo regular, lo malo… Incluso hasta pensar si puedo ayudar a algún hermano a que mire su propia INTERIORIDAD. El gran desafío será el de crecer para el bien, la verdad y la belleza partiendo de lo que hay en el INTERIOR de cada uno de nosotros que siempre necesita ser purificado.

¿Cómo estoy hoy? ¿Cómo me siento…? ¿Qué hay en mi INTERIORIDAD? ¿Qué acontece en lo más profundo de mi corazón? ¿Qué tengo para presentarle a Jesús en esta Cuaresma 2024? ¿Cómo va creciendo mi INTERIORIDAD en este fecundo tiempo de gracia y conversión? ¿Busco desde mi INTERIOR la reconciliación con Dios?

2.     Jesús, el Nuevo TEMPLO, renueva nuestra espiritualidad

El encuentro con Jesús, Nuevo TEMPLO, es lo que define y renueva nuestra espiritualidad. No podemos vivir atados a esquemas antiguos y perdernos la novedad de vida y de gracia que brota del Misterio Pascual, de la muerte y resurrección del Señor. Jesucristo, el TEMPLO auténtico de Dios, nos hace TEMPLOS de Dios a cada uno de nosotros de forma personal, pero también como Iglesia, familia, comunidad.

¿Cómo es mi vida de encuentro con el Señor? ¿En qué necesita renovarse mi espiritualidad? En mi relación con el Señor: ¿Estoy atado a esquemas antiguos y sin vida? ¿Tengo conciencia personal que soy TEMPLO de Dios porque Él habita en mí? ¿Descubro que mi familia cristiana es TEMPLO del Señor? En la comunidad donde participo: ¿Se percibe que las personas reunidas en nombre de Jesús somos TEMPLO de Dios?

3.     ¿Existe ira y VIOLENCIA en Jesús?

La ira es un pecado capital. Si en Jesús hubiera ira sería un pecador y, por lo tanto, no podría ser Dios. Por eso en el Señor no hay ira ni VIOLENCIA destructiva. Jesús en su naturaleza humana posee, como verdadero hombre que es, el apetito sensitivo irascible o, también llamado, movimiento pasional irascible. ¿En qué consiste? No en ira ni en VIOLENCIA destructora, sino en la inclinación firme del corazón a la consecución de un bien más allá de las dificultades. Es decir, es la lucha clara y firme para oponerse a todo lo que no está bien. Es lo que acontece en este signo profético de la expulsión de los vendedores del templo. Actúa de forma elocuente y decidida, pero sin dañar a nadie, sin destruir a ninguna persona. Se supera así la tentación de la tibieza y cobardía para ser verdaderamente audaz en clave evangélica.

¿Cómo estamos en este aspecto nosotros? ¿Existe ira o VIOLENCIA destructiva en mi corazón? ¿Cómo reacciono ante los pecados, faltas y errores de nuestros hermanos? ¿Cómo está mi “movimiento pasional irascible”? ¿Soy capaz de defender con firmeza y claridad todo lo bueno y verdadero sin hacer VIOLENCIA a nadie? ¿Me juego por los valores del Reino incluso en medio de las dificultades? ¿Soy capaz de poner límite al mal en todas sus formas, en todo momento y sin falsas negociaciones? ¿Soy tibio o cobarde ante estas situaciones?

+Mons. Gabriel Mestre
Arzobispo de La Plata

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