Nutrida y entusiasta Misión Juvenil Arquidiocesana, en Berisso
Cerca de cien jóvenes, conducidos por el Obispo auxiliar de La Plata, Mons. Nicolás Baísi, y acompañados del padre Guillermo Oría, responsable de la Pastoral Juventud, una decena de Sacerdotes, y cerca de veinte religiosas, siguen participando de la Misión Juvenil Arquidiocesana de La Plata, en la parroquia San José Obrero, de Berisso. La misión se inscribe en la opción por los barrios y zonas periféricas que, desde hace varios años, lleva adelante la Arquidiócesis.
Hasta el próximo Domingo 9, los jóvenes recorrerán las calles y los hogares del barrio obrero, anunciarán el Evangelio de Cristo, y realizarán distintas actividades catequísticas con niños, jóvenes y adultos. Durante todo el día, los varones permanecen en el barrio, y luego pernoctan en las instalaciones de la Parroquia María Auxiliadora, de Berisso. Y las mujeres, hacen lo propio en el Colegio «Canossiano San José», de Berisso.
Las religiosas que participan pertenecen a las congregaciones: Hijas de la Caridad (Canossianas), Misioneras del Catecismo, Hermanas de la Orden de San Basilio Magno, Hijas de Nuestra Señora de la Misericordia de Savona, Hermanas Reparadoras del Sagrado Corazón de Jesús, San José de Cluny, Hermanas Terciarias Franciscanas de la Misericordia, Total Dedicación, y Hermanas de las Divinas Vocaciones. Asimismo, colaboran en la logística (preparación de las comidas, traslados, y otras diligencias) laicos pertenecientes a distintos grupos y movimientos, como la Acción Católica de La Plata. Honda emoción embargó a los jóvenes en la Misa de este martes 4 de febrero, en la que se pidió por el eterno descanso de Mons. Jorge Schoeffer, a un mes de su partida a la Casa del Padre. «Fue un misionero de tiempo completo -dijo uno de los jóvenes, de la parroquia de Pompeya- Llegó haciendo dedo al Cielo, y seguramente nos está dando una mano impresionante con el Señor, la Virgen y su amadísimo y siempre cumplidor San José».
Las intensas jornadas -en las que se rezan, en comunidad, las Laudes y el Santo Rosario, y en las que se participa de la Santa Misa-, concluyen con las Completas; previa reflexión y evaluación de todo lo vivido. Cientos de anécdotas recorren los grupos y las mesas. Rodrigo, un joven de Ensenada, no pudo disimular su emoción cuando evocó un encuentro, en la casa de dos ancianos, muy enfermos. «Tienen -subrayó- 58 años de casados, y los dos están muy mal. La señora casi ciega, ya prácticamente no camina. Y el señor, está inválido y conectado a sondas. Tuvieron dos hijos, y los dos fallecieron: la hija, de 52 años, por cáncer, y su hijo, policía, por un tiroteo con delincuentes. Quedaron a cargo de sus nietos adolescentes… ¡Qué fe impresionante!. ¡Por Dios!. No paraban de derramar lágrimas, tras la Unción de los Enfermos, que les administró el padre… ‘¡Ahora ya estamos listos para el Cielo!’, exclamaron…».
La misión se desarrolla en jurisdicción de la parroquia San José Obrero, en una de las zonas más empobrecidas del Gran La Plata. Allí ejerció su Sacerdocio, durante 40 años, el recordado padre Pascual Ruberto (1919 – 1992); apóstol de la justicia social, sin ideología, que tanto hiciera por la fe y la promoción humana de los obreros. Las sucesivas crisis del país contribuyeron a la marginalidad de la zona; que hoy cuenta con elevados índices de pobreza, exclusión, violencia y semianalfabetismo.
Desde hace más de un lustro, la Arquidiócesis platense realiza su Misión Juvenil, entre los últimos días de enero y los primeros días de febrero, en barrios y zonas periféricas. Y, como conclusión de las mismas, se fundan parroquias, capillas o centros misioneros.
Así, por ejemplo, el 25 de febrero de 2011, al cabo de la misión, se fundó la parroquia Beata María Ludovica de Angelis, en la zona de la bajada de la autopista Buenos Aires – La Plata. Y el 9 de febrero de 2013, se hizo lo propio con la parroquia Santos Mártires Inocentes, en el barrio obrero «5 de Mayo», de Cambaceres, Ensenada.
Además del rencuentro con Cristo de muchas personas, y el impulso apostólico que deja en los distintos lugares, la Misión constituye un espacio de crecimiento y maduración en la fe de los propios misioneros. Por ese motivo, en su seno, nacen, se desarrollan y maduran varias vocaciones sacerdotales, religiosas, y laicales.
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