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Sentido homenaje de seminaristas platenses a Mons. Jorge Schoeffer.

El querido y siempre recordado Mons. Jorge Schoeffer.

El querido y siempre recordado Mons. Jorge Schoeffer.

Con el marco de los festejos por el Día del ex Alumno, en el Seminario Mayor San José de La Plata, los seminaristas presentaron un cuadro y una placa de homenaje a Mons. Jorge Schoeffer, diseñada por ellos mismos, que serán colocados en una de las salas de Dirección Espiritual; donde el recordado pro Vicario General de la Arquidiócesis atendiese durante tantos años. Los mismos fueron bendecidos por el Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, quien volvió a calificar a Mons. Schoeffer «como un auténtico hombre de Dios, un Sacerdote infatigable, que cautivó con su particularísimo testimonio».

Dijo el prelado platense, entre sonrisas, que «no pocas veces me sacó de las casillas, por su estilo tan personal y ocurrencias irrepetibles. Era, de todos modos, su forma de hacer permanente referencia a Dios. Fue un apasionado evangelizador».

El cuadro y la placa serán emplazados, próximamente, en uno de los salones; donde el recordado pastor guiase a sus hijos espirituales, y escuchase innumerables Confesiones. Su conocido ¡chamigo! -que había aprendido como misionero en Corrientes-, era su invariable saludo, y carta de presentación.

Un seminarista reveló que «para nosotros fue un verdadero padre y un auténtico modelo sacerdotal. Un pastor incansable, cuyo mejor discurso fue la propia acción. No ahorraba tiempo, ni recursos, ni medios espirituales y materiales para ayudar a todo el mundo. Y no se avergonzaba de llegar a sus múltiples destinos como fuese; incluso haciendo dedo».

Otro seminarista, en este caso de la diócesis de Puerto Iguazú, dijo que «yo ingresé al Seminario después de su muerte. Pero pronto, al escuchar tantos y tantos elogios sobre él, me interesé por su figura. Hoy le pido al Señor que, por su intercesión, me guíe en este camino; que acabo de comenzar».

Asimismo, otro joven, de tercero de Filosofía, sostuvo que «la Iglesia, como Madre y Maestra, tiene sabiamente sus tiempos, plazos y formas. Ojalá, entonces, que cuando sea factible se inicie en San Isidro (su diócesis de origen), el proceso para su eventual beatificación y canonización».

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