Sacerdote exorcista advierte sobre el reiki y la actividad demoníaca.
El padre Alejandro Díaz, exorcista de la Arquidiócesis de La Plata, advirtió que «un católico que ponga su confianza en el reiki está cayendo en el pecado de superstición. Además, la persona que practica reiki (y sobre la que se practica) se expone a nefastas influencias, obsesiones, vejaciones y posesiones diabólicas»
Consultado por distintos medios, frente al creciente avance de este fenómeno, especialmente entre los jóvenes, sostuvo que «el reiki es una práctica que dice manejar ‘energías’, en vista a mejorar la calidad de vida de personas que padecen diferentes enfermedades. Se la considera una ‘terapia alternativa’. Sobre el peligro de esta técnica advirtió, en su momento, la Conferencia Episcopal de Estados Unidos (“Directrices para la evaluación del Reiki como terapia alternativa”, 29 de marzo 2009), debido a que en ese país el reiki se estaba aplicando en clínicas y sanatorios de la Iglesia».
Agregó que «en dicha oportunidad, los Obispos recordaron que la Iglesia reconoce solo dos tipos de sanación: la que opera la Gracia divina, y la que se realiza por medio de la medicina. El ‘reiki’ no encuentra apoyo ni en los descubrimientos de la ciencia natural ni en la fe cristiana. Fue desarrollado a finales del siglo XIX por Mikao Usui, en Japón».
Origen de la práctica
Subrayó el padre Díaz que «reiki es una palabra de origen japonés: rei: energía del universo, ki: energía de vida. Sus seguidores lo presentan como un ‘arte’ de sanación, por el que se transmite ‘energía’ o “amor”; mediante la imposición de manos. Buscan ‘controlar’ y usar energías impersonales; no le piden a Dios ni exigen de sus pacientes la fe en el Dios revelado por Jesucristo».
Especificó, en tal sentido, que «…’energía’, ‘fuerza’, ‘amor’, son palabras utilizadas para dar alguna explicación al fenómeno, que por sus características, es de tipo religioso…»
La verdadera sanación cristiana
«Ahora bien -explicó-, la sanación religiosa, para un cristiano, solo se obtiene a través de la oración a Jesucristo, nuestro Dios y Señor; a la Virgen Santísima o a los santos, y por mediación de la Iglesia. Nos dice el Señor ‘Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida, nadie viene al Padre, sino por Mí’ (Jn. 14, 6). ‘Hay un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo’ (1 Tim. 2, 5). ‘Si alguno está enfermo, llame a los Presbíteros de la Iglesia y que oren sobre él y lo unjan con óleo en el Nombre del Señor…’ (Stgo. 5, 14)».
Recordó, sobre el particular, que «el Catecismo de la Iglesia Católica, en su punto 2111, nos enseña que ‘la superstición es la desviación del sentimiento religioso y de las prácticas que impone. Puede afectar al culto que damos al verdadero Dios, por ejemplo cuando se atribuye una importancia mágica a ciertas prácticas…’ En ninguna parte de la Sagrada Escritura o de la Tradición se enseña a ‘canalizar la energía’, como lo hace el reiki. Asimismo, el Catecismo, en el punto 2117, es clarísimo: ‘todas las prácticas de magia o hechicería mediante las que se pretende domesticar potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo (aunque sea para procurar su salud) son gravemente contrarias a la virtud de la religión’…”.
Graficó que «los aprendices de reiki deben ser iniciados por otros practicantes de nivel más elevado en un ritual de ‘armonización’ o ‘sintonización’, que utiliza símbolos secretos. Si la energía ‘ki’ existiera como algo físico en nuestro cuerpo podría ser medida, detectada y utilizada por cualquier médico».
Dijo, igualmente, que «autores como Diane Stein en su libro ‘Essential Reiki’ aseguran que en los niveles elevados de reiki se invocan a ‘maestros espirituales’, seres no visibles que guían al practicante. La persona que practica reiki (y sobre la que se practica) se expone a nefastas influencias, obsesiones, vejaciones y posesiones diabólicas. Esto lo he podido comprobar en la práctica de exorcismos y en el estudio de casos de consulta».
Expresó, en ese orden, que «el sacerdote confesor puede detectar si una persona que practicó o recibió reiki está sufriendo influencias espirituales opresivas (pueden ser signo de ‘obsesión’ diabólica), que se presentan como una tentación recurrente en un área particular. Dado que no se justifica acceder al reiki desde la ciencia (puesto que no es energía ‘detectable’), ni desde la fe (puesto que no es una forma de sanación enseñada por los Apóstoles), los católicos deben abstenerse de esta peligrosa técnica; que pone en riesgo su salvación eterna, toda vez que abre el alma a la acción satánica en personas con enfermedades graves, que son las más necesitadas de la acción de Cristo Jesús».
Concluyó el padre Díaz que «también quiero advertir sobre el riesgo que corren los laicos que, con buena intención, ‘imponen’ las manos a personas en celebraciones litúrgicas o reuniones de grupos de oración: se exponen a los mismos riesgos que el reiki. Nunca los Apóstoles delegaron la imposición de manos a laicos… Tanto el reiki como toda imposición ‘privada’ de manos -salvo la que pueden hacer los padres a sus hijos, a modo de bendición-, constituyen un acto de superstición».
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