Mons. Aguer preside este Domingo 5 la Santa Misa en sufragio de Mons. Schoeffer.
El Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, presidirá este Domingo 5, a las 20, en la Catedral, la Santa Misa en sufragio de Mons. Jorge Schoeffer, quien fuera durante muchos años Pro Vicario General de la Arquidiócesis; y que falleció este sábado 4, tras el agravamiento de una prolongada enfermedad. Sus restos fueron velados en la Parroquia Santa Teresita, Monseñor Larumbe 742, de Martínez, donde fuera párroco. Y la Misa exequial fue presidida en dicho templo por el Obispo de San Isidro, Mons. Oscar Ojea.
«Solo Dios podía hacerlo descansar»
Conocida la noticia de su pascua, fuentes del Arzobispado platense, dijeron: «Lo recordaremos con una sonrisa y mucha admiración. Solo Dios podía hacerlo descansar. El Señor ha querido que falleciera el mes de enero (al igual que su gran amigo, el ex Arzobispo platense, Mons. Carlos Galán). Y la Virgen lo acompañó en su partida un primer sábado de mes. Todo un signo para un gran mariano como él».
Este 2014 hubiera celebrado cincuenta años de Sacerdote. El agravamiento de su salud hizo postergar, una y otra vez, la despedida de la Arquidiócesis, y su retorno a la diócesis de origen, que Mons. Aguer, junto con el clero platense, deseaban realizarle. Dicho impedimento no fue obstáculo para que, en todos estos meses, el propio arzobispo platense, sus obispos auxiliares, sacerdotes, religiosos y seminaristas, se llegasen hasta el Hogar Marín, de San Isidro, donde empezó a residir tras el agravamiento de su enfermedad, para manifestarle todo su afecto y cercanía.
En reuniones de sacerdotes y seminaristas era común escuchar sabrosas anécdotas de su apostolado de tiempo completo. «Nadie sabe cómo se las arreglaba -confió un seminarista, a punto de ser Diácono- para estar en dos o tres lugares al mismo tiempo. Y cómo hacía para ir, con diferencia de pocos minutos, de un hospital, a un convento, y de ahí al Seminario».
Otro seminarista reveló que «para nosotros fue un verdadero padre y un auténtico modelo sacerdotal. Un pastor infatigable, cuyo mejor discurso fue la propia acción. No ahorraba tiempo, ni recursos ni medios espirituales y materiales para ayudar a todo el mundo. Y no se avergonzaba de llegar a sus múltiples destinos como fuese; incluso haciendo dedo»,
Un joven Sacerdote, con pocos meses de ordenado, reveló que un joven hoy muy comprometido en un movimiento eclesial, le contó un episodio que lo tuvo como protagonista, y que le arrancó abundantes lágrimas. «Un sábado -reveló-, en una intensa madrugada de invierno, mientras él se dirigía al boliche, encontró a Mons. Schoeffer haciendo dedo a la salida de un Hospital. Se sorprendió de encontrar a un Sacerdote, a esas horas y en esas condiciones, y pronto lo subió a su coche. Sin dudas, el encuentro fue de Dios. El joven, después de años, se terminó confesando; cambió absolutamente de vida, y hoy es un verdadero apóstol en uno de los nuevos movimientos eclesiales».
Otro Sacerdote, de quien Mons. Schoeffer fue padrino de Ordenación dijo que «estuve visitándolo el 23 de diciembre. ¡Genio y figura hasta la sepultura!, como nos decían nuestras abuelas. El probablemente intuyó que sería nuestro último encuentro, y me dejó una serie de oportunísimos consejos. Entre otras cosas, me dijo: ‘No lo olvides nunca: todo buen Sacerdote debe tener cerca enfermos y pobres; penitentes, y un convento de religiosas para atender. Todo lo demás viene solo’…».
¡Descansa en paz, querido Mons. Schoeffer!. ¡Y muchas gracias por tu testimonio auténtico, sin dobleces ni poses!. El Jubileo por tus Bodas de Oro sacerdotales te encontrará junto a Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote. No dejes de pedirle por nuestra Iglesia; para que se multipliquen los Sacerdotes según el Corazón de Jesús…
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