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Mensaje y propuesta pascual

Hijas e hijos de la Resurrección,

Jesús en el Evangelio nos dice: “Yo vivo y también ustedes vivirán” (Jn 14, 19). Su vida es para darnos vida a nosotros, su resurrección es para resucitarnos a nosotros. Por eso Pablo afirma que quiere estar unido a Cristo para “conocer el poder de su resurrección” (Flp 3, 10). Su resurrección es poder divino que se derrama, que fortalece, que vivifica.

¿Nos dejaremos llenar de vida en esta Pascua? Porque es verdad que muchos estamos medio muertos, que esta pandemia nos ha encerrado un poco en una vida tristona, individualista, quejosa y limitada. Ese no es el llamado del Resucitado.

En esta Pascua quiero pedirle que derrame su vida en la mía, que me libere de estar sobreviviendo, viviendo a medias. Con él, a pesar de todo, puedo caminar por este mundo rebosante de vida. Nunca hay que declararse muerto. En todo caso hay que volver a abrirse para que él derrame su potencia luminosa y resucite lo que está muerto.

Pero para que eso sea real hay que aceptarlo. Porque la resurrección desinstala, rompe los esquemas, destruye las comodidades mediocres de una vida deprimida y melancólica. Encontrarse con él es entrar en una aventura inmanejable. Nos pide aceptar la vida con todas sus consecuencias y no conformarse nunca con un pequeño refugio. Resucitar con él no es sobrevivir, es vivir con todas las letras, más y más y más.

Sin miedos, porque él no pretende lanzarnos solos, sino que nos ha prometido: “Yo estaré siempre con ustedes” (Mt 28, 20). Y él cumple. Bendito y alabado sea.

¡Feliz Pascua para todos!


Víctor Manuel Fernández

Arzobispo de La Plata

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