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“Entrar libremente a lo hondo del desierto y responder al llamado que el Señor hace en el fondo de nuestros corazones”

Este miércoles 5 de abril, en una catedral colmada de fieles de distintas comunidades parroquiales, laicos, religiosas y religiosos, el Arzobispo Víctor Manuel Fernández presidió la Misa Crismal en la que todos los sacerdotes renovaron sus promesas y en la que también se consagraron los oleos. Concelebraron la misa los obispos auxiliares, monseñor Alberto Bochatey OSA, monseñor Jorge González, y el obispo auxiliar electo, monseñor Federico Wechsung.

En un clima de profunda comunión, Mons. Fernández invitó a la comunidad a que estos sean unos días espiritualmente intensos y decisivos, para todos, también para los sacerdotes. Los invito a una aventura del Espíritu en esta Semana Santa. Es un tiempo breve, son pocos días, pero están llenos de gracia y son el corazón de todo el año litúrgico”.

Recordó que las lecturas compartidas en la misa “nos hablan de un Dios que trae consuelo y liberación a un pueblo sufrido, que ha pasado por el desierto de la cruz. A nosotros nos preanuncia el gozo liberador de la Pascua, pero primero tenemos que compartir con Cristo su pasión y su cruz”.

Por eso, dijo, “hoy entramos juntos al desierto. Desde hoy hasta la Resurrección penetramos juntos en un espacio de liberación que aceptamos libremente. Otras veces el desierto se nos viene encima sin que lo aceptemos, y se convierte en un estado del alma, sumergida en la aridez, el desencanto, la oscuridad, el abandono interno, la soledad con gusto a vacío”.

“Pero en estos días queremos entrar libremente a lo hondo del desierto, respondiendo al llamado que el Señor está haciendo en el fondo de nuestros corazones”, agregó.

En esa sintonía, el arzobispo manifestó que “hace falta experimentar a fondo esa soledad honda del corazón, dejarla aflorar con toda libertad, hasta que se convierta en un grito inevitable: ¡Ven Señor!’”, y remarcó que “entrar al desierto es quedar completamente solos, sin poder aferrarnos a nada, entrar en el vacío total que es perfecta libertad”.

“El desierto es abandono, despojo, liberación, renuncia a toda dependencia terrena, es tirar las muletas, las máscaras y los escudos para estar disponibles ante la gracia transformadora, aunque estemos en medio del mundo, del ruido y del trabajo”, continuó.

El arzobispo reconoció también que “hacen falta momentos para estar solos frente a frente con Cristo, abrazados a él, colgados de su cruz, experimentando con él la aridez del desierto, muriendo con él. Es ese silencio sagrado donde se van apagando todos los ruidos, pero no sólo los sonidos, sino los ruidos interiores: los reclamos, los reproches, los miedos. Todo calla para que sólo reine Cristo. Qué hermoso será que ese momento se produzca en esta semana”.

Finalmente, animó una vez más a atravesar esta Semana Santa “codo a codo con Cristo, aceptando vivir con él el abandono total”.

Después de la celebración todos los sacerdotes se reunieron para compartir un ágape y allí el Obispo auxiliar electo, Mons. Wechsung recibió de manos del Arzobispo la bula papal de su designación. Luego realizó la profesión de fe y el juramento de fidelidad, y recibió algunos obsequios del Presbiterio.

VIDEO: GENTILEZA DE CATEDRAL MEDIA

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