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“El sacerdocio que ustedes reciben es para los demás, y sin los demás pierde sentido”

Este sábado 26 de noviembre el Arzobispo Víctor Fernández ordenó sacerdotes a los diáconos Luciano Lucentini Juan Francisco Pappalardo, en una ceremonia que se celebró en la Catedral y en presencia de todo el clero platense, fieles, religiosas y religiosas. Al inicio de la homilía, monseñor Fernández expresó: “Quisiera acompañar este hermoso rito con un breve comentario mío, pero sabiendo que lo más importante es la obra que Dios quiere hacer en ustedes, el don de su preciosa gracia”. “Lo que sucede esta mañana, lo más importante es ante todo un don, un regalo, como un manantial del cielo que desborda”, dijo. Dirigiéndose a los nuevos ordenados, destacó que en el orden sagrado, “Jesús resucitado los toma, los abraza con su gracia y los hace sacerdotes como él para su pueblo. Es ese mismo Jesús que ustedes conocen y aman desde pequeños, desde niños. Haberlo encontrado a él es un bien que nunca podrán dejar de agradecer”. Pero, continuó, “ese mismo Jesús que tomó la iniciativa de buscarlos es el que hoy los consagra y los une a él de una manera tan especial. Hay un infinito amor detrás de este momento. No nuestro pequeño amor, sino el amor grande, fuerte y repleto de ternura que colma el corazón de Dios”.

Asimismo, manifestó que el celibato mismo “es expresión de esta libertad de sabernos colmados por un amor sin límites que nunca se vaLe van a prestar a Jesús el cuerpo, las manos, la voz. Porque no vas a decir: ‘Este es el cuerpo de Cristo’, sino que él con tu voz va a decir: ‘Esto es mi cuerpo’. No vas a decir: ‘Jesús te perdona’, sino que él va a decir con vos: ‘Yo te absuelvo’”. El arzobispo les recordó a los nuevos sacerdotes que “cada vez que levanten la hostia van a sentir que están levantando allí con él tantas cosas, tantos sueños, tantos llantos, tantas esperanzas. Y cada vez que digan ‘yo te absuelvo’ van a saber en fe que algo cambia en este mundo, porque, como decía San Agustín, es más grande ese momento del perdón que la creación de todo el universo”.

 Monseñor Fernández señaló además que “los curas diocesanos nos santificamos ante todo cuando estamos ejerciendo bien el ministerio, con cuerpo y alma, con amor, con pasión, con gratitud”, al tiempo que pidió a los ordenados prestar especial atención al llamado insistente del Papa Francisco a “salir a buscar, a no quedarse cómodos y encerrados en las propias estructuras”. Expresó que el ministerio sacerdotal “es un cauce de la misericordia de Dios, y eso nunca tendrá que quedar ensombrecido”“Y en los 100 años de nuestro Seminario el sacerdocio de ustedes será el mejor recuerdo de este año de celebración”, finalizó.

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