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“Venimos a Luján a reafirmar lo más importante y más valioso”

El miércoles 3 de noviembre, el clero platense se dirigió a Luján para dejar su sacerdocio en manos de la Virgen de Luján, acompañados por laicos y religiosas de distintas comunidades.Allí, el Arzobispo reflexionó acerca de los desafíos de la vida sacerdotal en el momento actual, donde “el pueblo de Dios espera mucho de nosotros” y, al mismo tiempo, se exige “de nosotros una perfección de la que no somos capaces, como si tuviéramos que ser especialistas en oratoria, piscología, sociología, asistencia social, etc.”.En ese sentido, señaló que a eso “se agrega que vivimos en el mundo de la sospecha” y “se agrava sin duda por los pecados y errores de la propia Iglesia, pero se agrava aun más por la acción de sectores que sienten un particular placer hiriendo a la Iglesia”, aseguró Mons. Fernández.Remarcó también que “a veces es comprensible que nos sintamos desbordados, con la tentación de creernos mártires y entonces cumplir con lo mínimo indispensable y luego huir”, sabiendo además que “siempre está el recurso de comentar los errores de los otros para lavar la propia autoestima herida”. Por eso “es sano mirar un poco hacia los costados para ver que muchos están peor que nosotros. Muchos comen y viven peor que nosotros. Muchos, muchas, están en el torbellino de esta sociedad desbordada mucho peor que nosotros”.Pero lo trascendental en medio de todo esto, subrayó, es “reafirmar lo más importante y más valioso, eso que un día nos atrajo hacia Dios y hacia el sacerdocio, eso que alguna vez nos hizo brillar los ojos de ilusión. Se trata de convertirse una vez más, de entregarse más, de orar más, de confiar más. Así han hecho los grandes santos que han surgido en los peores momentos de la Iglesia, que no se escondieron sino que le pusieron el pecho a lo que se presentaba”.Es por todo ello que “hemos venido a pedirle a la Virgen que no nos deje sumergidos en la queja, en el temor, en la comodidad. Venimos a decirle que quisiéramos ser santos y felices pero que no nos sale, porque necesitamos que ella ruegue con nosotros para que se derrame el Espíritu Santo”, dijo el arzobispo, exclamando que “estamos seguros que la Madre no nos dejará con las manos vacías, que nos iremos de aquí mejor que cuando vinimos, para empezar de nuevo”.Por otra parte, Mons. Fernández agradeció a todos/as los/as laicos/as que “nos acompañaron hoy, nos hace mucho bien que estén aquí orando con nosotros”.Al final de la Misa, el Clero renovó su consagración a María pidiendo la gracia de la fidelidad y de la entrega.

 


VER TEXTO DE LA HOMILÍA


 

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