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Tres puntitos del lunes 1º de enero de 2024

Santa María Madre de Dios. Lunes 1º de enero de 2024

Primera lectura: Núm 6,22-27

Salmo: Sal 66,2-3.5-6.8

Segunda lectura: Gál 4,4-7

Evangelio: Lc 2,16-21

El primer día del año civil (1º de enero) la Liturgia de Iglesia celebra a Santa María Madre de Dios. Esta fiesta está profundamente relacionada con el Misterio de la Navidad dado que la maternidad de María se hace efectiva cuando la Palabra se hace carne. El Concilio de Éfeso en el 431, confirma lo que ya creía y confesaba claramente el pueblo cristiano: María es Madre de Dios. En lengua griega, “Madre de Dios” se dice con una palabra un poco extraña pero que vale la pena recordar: theotokos. En sentido estricto, este Concilio no resuelve una cuestión mariológica sino cristológica. Para Nestorio, un hereje de aquellos tiempos, María era solo madre de la parte humana de Jesús, introduciendo así una división peligrosa en Cristo que haría que fueran “dos personas”. Ante este error la fe de la Iglesia proclama este dogma afirmando que Jesucristo posee dos naturalezas, la divina y la humana, no confundidas, sino unidas en la única Persona del Hijo de Dios (CCE 481).

El texto evangélico de hoy es la segunda parte del episodio del Nacimiento de Jesús según lo relata Lucas. Es la continuación del que escuchamos en Navidad. A la luz de este texto, con la bendición de Dios a la luz de la primera lectura y el salmo, y en el marco de la Jornada Mundial de la Paz que celebramos todos los años este día, propongo tres puntos para meditar y orar sintetizados en tres palabras: MARÍA, PASTORES, OTRO.

1.     Con MARÍA contemplar el misterio de Dios en la vida

2.     Con los PASTORES de Belén alabar y glorificar a Dios

3.     Reconocer y acoger al OTRO para construir la paz

1.     Con MARÍA contemplar el misterio de Dios en la vida

En medio de los acontecimientos del Nacimiento, la Palabra nos dice que la Virgen MARÍA “conservaba estas cosas y las meditaba en su corazón”. Los dos verbos griegos que están en juego son syneterein (“conservar”) y symballein (“meditar”). Ambos se pueden traducir de varias formas posibles. El primer verbo podría ser “guardar”, “intentar comprender”, “buscar el sentido exacto”, “mirar con profundidad”. El segundo podría traducirse como “calcular”, “evaluar”, “interpretar”, “rumiar”, “deducir”. Todas estas acepciones implican un esfuerzo humano, en el corazón de MARÍA, pero claramente abierto al misterio de Dios. Por eso, tal vez, la palabra y el verbo que más sintetiza la actitud de MARÍA sea “contemplar”. Ella contempla todo lo que acontece desde su corazón humano pero puesto ante el misterio de Dios que todo los sobrepasa y a todo le da sentido. Eso es ser “contemplativo”. Con MARÍA elijamos comenzar el año con una actitud profundamente contemplativa ante lo bueno, regular o malo que nos ocurra hoy o lo que vaya aconteciendo a lo largo del tiempo. Ser profundamente contemplativos implica superar distintas actitudes negativas en el camino de nuestra vida: la desesperación, la improvisación y la superficialidad.

¿Cómo miro la realidad del mundo y de la historia? ¿Cómo afronto las circunstancias de mi vida? ¿Soy contemplativo como MARÍA? ¿Busco ser “contemplativo en la acción” en medio de las coyunturas de mi existencia? ¿Qué implica para mí hoy ser contemplativo? En este momento: ¿Qué cosas deberé “conservar y meditar en mi corazón” como MARÍA? ¿Cómo puedo comenzar el año para superar toda desesperación, improvisación y superficialidad?

2.     Con los PASTORES alabar y glorificar a Dios.

También los PASTORES de Belén como María “contemplan” todo lo que ha acontecido. Una vez que terminan, nos dice el texto que regresan a sus actividades habituales “alabando y glorificando a Dios”. ¡Qué hermosa actitud para imitar en medio de las vicisitudes buenas y malas de nuestra vida cotidiana! Ante lo positivo y también, y sobre todo, ante lo complejo que pueda aparecer, tener la capacidad de levantar la mirada y en vez de cerrarnos, ofuscarnos y enojarnos alabar y glorificar al Señor. Con los PASTORES, cómo los PASTORES de Belén comencemos el año alabando y glorificando a Dios.

¿Cómo reacciono ante las dificultades cotidianas de la vida? ¿Qué es lo primero que brota de mi corazón: enojo, “bronca”, cerrazón…? ¿Qué puedo hacer para tener la actitud de los PASTORES de Belén? ¿Cómo puedo lograr alabar y glorificar a Dios en toda circunstancia? Mirando a Dios: ¿Cómo puedo lograr ser más optimista en medio de las contradicciones de la vida?

3.     Reconocer y acoger al OTRO para construir la paz

Como se realiza desde hace 57 años, el Papa nos regala en este día el Mensaje de la Jornada Mundial de la Paz. El título y la temática de este año es: “Inteligencia artificial y paz”. Vale la pena leer atentamente el texto para tener una valoración ética desde el pensamiento cristiano sobre este tema que ya está entre nosotros. No me voy a detener en el paradigma tecnocrático, ni en el análisis de algoritmos, ni en la explicación de la machine learning o el deep learning.  Me concentro en una frase del final del texto: La paz, en efecto, es el fruto de relaciones que reconocen y acogen al OTRO en su dignidad inalienable, y de cooperación y esfuerzo en la búsqueda del desarrollo integral de todas las personas y de todos los pueblos (Francisco, “57º Jornada Mundial de la Paz”, 01/01/24). La clave moral para este, y cualquier otro desafío tecnológico de nuestro tiempo, es la actitud con respecto al OTRO, a los demás. Aquí el Papa nos invita a tener presente dos verbos, reconocer y acoger al OTRO en su dignidad inalienable. Esto tiene consecuencias globales y a nivel de derecho internacional. También tiene un correlato en nuestra vida cotidiana: Para construir la paz debemos reconocer y acoger al OTRO en su dignidad inalienable. Esto se puede definir también con la palabra ALTERIDAD. En los vínculos cotidianos somos invitados a renovar la ALTERIDAD, esto de reconocernos y acogernos todos como importantes y necesarios, más allá de las capacidades y productividad de cada uno. El OTRO vale, el OTRO es importante y necesario para mi vida.

En mi vida cotidiana: ¿Busco realmente ser pacífico y pacificar? En mis palabras, en mis gestos, en mis actitudes: ¿Reflejo que realmente me alejo de toda forma de violencia y busco construir la paz? ¿Reconozco y valor “al OTRO” en su dignidad inalienable? ¿Busco vivir la ALTERIDAD en mi vida cotidiana dándole valor a los demás más allá de las capacidades y talentos de los hermanos? ¿Cómo estimular la creatividad y la originalidad para que todos seamos artesanos de una verdadera cultura del encuentro que supere toda forma de violencia?

+Mons. Gabriel Mestre
Arzobispo de La Plata

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