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Tres Puntitos del Domingo de la Santísima Trinidad

Domingo de la Santísima Trinidad Ciclo B – 26 de mayo de 2024

Primera lectura: Deut 4,32-34.39-40

Salmo: Sal 32,4-6.9.18-20.22

Segunda lectura: Rom 8,14-17

Evangelio: Mt 28,16-20

         Este Domingo celebramos el misterio de la Santísima Trinidad: un Único Dios verdadero y tres Personas Divinas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Más que nunca se pone ante nuestros ojos el desafío de ser una Iglesia comunión por su raíz profundamente trinitaria. Una comunión encarnada en las inevitables tensiones y conflictos que tienen los vínculos humanos, también en la Iglesia.

         La Iglesia, como Pueblo de Dios a imagen de la Santa Trinidad, es misterio de comunión misionera. Tanto la Escritura como el Magisterio no dejan nunca de insistir en la identidad de comunión que posee la Iglesia (cf. LG 4.8.13-15.18. 21.24-25). Comunión real que se hace patente en la bella expresión Iglesia comunidad de amor que transmiten algunos documentos magisteriales (cf. DCE 19-39; DA 159.161). En nuestro contexto pastoral, recordemos más que nunca las palabras de San Juan Pablo II que nos invita a hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión (NMI 43). El Magisterio del Papa Francisco nos insiste en la misma línea de comunión en muchas oportunidades, desde las categorías del diálogo, la cultura del encuentro y la fraternidad. El fundamento de esta comunión no será fruto de nuestro esfuerzo humano sino de la presencia del Dios Uno y Trino que actúa en los corazones. La comunión brotará de una vivencia de Iglesia Pascual, abierta a la gracia de Dios y que tiene su fuerza y fundamento en la Santísima Trinidad.

El Evangelio nos recuerda el envío de Jesús a todos los pueblos para bautizarlos “en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo”. A la luz de las lecturas bíblicas de este Domingo y mirando la presencia de las tres Personas Divinas, sugiero tres puntos de meditación sintetizados en tres palabras: INTIMIDAD, SEGURIDAD, CONDUCIR.

1.     Llamar a Dios Abba: INTIMIDAD y cercanía

2.     Yo estaré con ustedes todos los días: SEGURIDAD en la presencia

3.     Dejarnos CONDUCIR por el Espíritu


1.     Llamar a Dios Abba: INTIMIDAD y cercanía

En la segunda lectura aparece la denominación Abba para referirse a Dios Padre. Esta palabra de origen arameo significa papá. Es la expresión que usa el niño para referirse a su padre en la vida ÍNTIMA de la familia. Por eso, poder llamar al Padre Dios Abba significa la profunda INTIMIDAD y cercanía que Dios nos ofrece. Siendo criaturas, débiles y pecadoras, podemos llamar a Dios Abba, es decir Papá, como muchas veces llamamos a nuestros padres en el seno ÍNTIMO de la vida familiar. Dios Padre: INTIMIDAD y cercanía.

¿Qué implica para mí llamar a Dios Abba? ¿Me dejo interpelar por la INTIMIDAD que Dios quiere tener conmigo? ¿Disfruto de esa cercanía de padre? ¿Intento tener un “vínculo” con el Padre Dios que esté a la altura de lo que Él gratuita y generosamente me ofrece?

2.     Yo estaré con ustedes todos los días: SEGURIDAD en la presencia

Las palabras finales del Evangelio de este Domingo son la confirmación absoluta de la presencia del Señor con sus discípulos. ¡Qué reconfortante es saber que Jesús está siempre con nosotros en todo momento de nuestra vida! En los momentos de luz y de tinieblas, en gracia y en pecado, en alegría y tristeza el Maestro está todos los días acompañándonos con la SEGURIDAD de su presencia que nunca falla. Celebrar la Santísima Trinidad nos invita a vivir la alegría de la SEGURIDAD de que el Hijo nos acompañará siempre en todos los momentos de nuestra vida como enviado del Padre en el Espíritu Santo.

¿Cómo impactan en mi vida las palabras de Jesús al final del Evangelio de este Domingo? ¿Me siento SEGURO en la presencia del Señor? ¿Cuento con la SEGURIDAD del Maestro que me acompaña en todos los momentos de la vida?

3.     Dejarnos CONDUCIR por el Espíritu

Como un eco de la fiesta de Pentecostés que compartimos la semana pasada, hoy volvemos a retomar la acción del Espíritu Santo en nuestra vida. La segunda lectura nos invita a dejarnos CONDUCIR por el Espíritu Santo. La Tercera Persona de la Santísima Trinidad nos hace hijos en el Hijo y nos conduce según el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo. Estamos llamados a ser hombres y mujeres del Espíritu, del Espíritu de Dios que renueva la vida y toda la historia. El gran desafío será tener un corazón abierto y dispuesto para dejarnos CONDUCIR por el Espíritu.

¿Tengo el corazón abierto a la acción del Espíritu? ¿Me dejo CONDUCIR por el Espíritu Santo? ¿Qué deberé hacer hoy para ser más dócil a las mociones del Espíritu de Dios?

+Mons. Gabriel Mestre
Arzobispo de La Plata

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