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Tres nuevos acólitos en La Plata

El pasado jueves, el Arzobispo Víctor Fernández confirió el acolitado al seminarista Santiago Rocca en el Seminario “San José”. Este domingo confirió el ministerio a Danilo Coraza y a Roberto Figueroa, en camino al diaconado permanente. En la homilía les dirigió estas palabras:

«Ustedes serán ministros en medio de un pueblo creyente. La mayoría de los argentinos tiene un corazón abierto a Dios. Pero son pocos los que viven un encuentro frecuente con Jesús en la Eucaristía. Además, muchos de los que participan de la Misa dominical no la celebran con toda profundidad.

Por eso, descubramos que Dios nos llama a crecer.

No podemos negar que nuestro deseo es que todos puedan llegar a encontrarse con Jesús en la Eucaristía. Este año en la Arquidiócesis estamos recorriendo un año dedicado a la santidad y eso significa un llamado a crecer en el encuentro con el Señor.

Pero resulta que la presencia del Señor en este admirable Sacramento es la más perfecta que puede haber en esta tierra. Dios no podría darnos más que esto. ¿Qué más podría ofrecernos Dios que hacerse hombre, entregarse en la Cruz, y volverse cercano hasta dejarse comer.

Si reconocemos a cuánto llegó el amor de Dios, entonces no podemos decir que es lo mismo si nuestra gente va a Misa o si no va, si se acerca a adorarlo o si no lo hace, si vive la Misa con profundidad o no. Ciertamente, no es lo mismo. Por eso, reconozcamos que el Señor nos está llamando a algo más, como personas y como pueblo. Nos está invitando a penetrar más intensamente en este misterio de cercanía y de ternura.

Y todos estamos llamados a desarrollar nuestra piedad eucarística, a detenernos un poco más ante Jesús sacramentado, a mostrarle todos los pliegues de nuestra intimidad para que él pueda entrar, iluminar, vivificar. Decía Santo Tomás de Aquino que el poder de este Sacramento es tan grande que con sólo desearlo derrama en nosotros sus efectos. A veces, las personas que no pueden comulgar desarrollan un deseo más intenso que los que están acostumbrados a recibirlo siempre y ya no lo valoran.

Pero este año no se nos invita solamente a una relación meramente íntima con Jesús en la Eucaristía. Se nos invita especialmente a reconocer que Jesús, desde la Eucaristía, nos pide que nos acerquemos a los hermanos con un corazón compasivo y solidario. Espera que, así como él se entregó por amor y se hizo tan cercano a nosotros, también nosotros nos acerquemos a los demás para llevar el amor de Dios, para dar una mano, para crecer en el amor fraterno, para edificar la comunidad. Porque la Eucaristía es el Sacramento de la unidad, que nos congrega y nos convoca a ser un solo pueblo de hermanos.

Ya los Padres de la Iglesia decían que la hostia se forma con muchos granos que aceptan romperse para dar lugar a otros y crear así ese hermoso círculo blanco. Por eso mismo la Eucaristía nos llama a hacernos uno con los demás. Y esta enseñanza atraviesa los dos mil años de la historia de la Iglesia.

Si prestaron atención a la primera lectura de san Pablo, verán que ya en el primer siglo existió la tentación de reducir la Eucaristía a un hecho privado, y san pablo con mucha fuerza le dice a la comunidad que no. Si desprecian a los pobres “eso ya no es comer la cena del Señor” dice  Pablo. Y al mismo tiempo recuerda que si comemos un mismo pan tenemos que formar entre nosotros un único cuerpo: la comunidad.

Porque la Eucaristía es como un horno de fuego que da calor y energía, que lanza rayos, que quiere desbordar, irradiar. Entonces, tu unión con la Eucaristía te lleva a dar y a construir comunidad.

Esto es muy importante para los dos hermanos que hoy reciben el acolitado. Porque ellos están camino al diaconado y tienen que formarse no sólo para servir en el altar eucarístico, sino para dejarse enviar desde allí a la misión, al servicio a la vida comunitaria.

Ustedes tendrán que ser personas consagradas por el orden sagrado para acompañar y dar fuerza a las comunidades, especialmente allí donde el sacerdote puede estar menos presente. Pero para eso necesitan beber de la fuente que les dará energías y fortaleza: Jesús en la Eucaristía. Que este ministerio que hoy reciben les permita crecer en esta aventura».

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