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Trasladan al Seminario los restos de Mons. Gabriel Galetti

El próximo sábado 4 de octubre, memoria de San Francisco de Asís, los restos mortales de Mons. Gabriel Galetti, recibirán sepultura en la Iglesia del Seminario Mayor San José de La Plata. La celebración dará comienzo a las 10.30, a los pies del altar de Santa Teresita del Niño Jesús, de quien el recordado ex rector y director espiritual del Seminario fuera tan devoto.
Al invitar a los sacerdotes y a todos cuantos lo conocieron a concurrir, el Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, recordó sus dotes sacerdotales, y todo lo que aportó a la formación del clero. «Descansará para siempre -subrayó- en el Seminario que tanto quiso, y al que mucho entregara».
Nacido en Buenos Aires el 22 de enero de 1921, fue ordenado Sacerdote el 18 de noviembre de 1945 -el mismo año que su compañero de curso, el luego Cardenal Antonio Quarracino-, por imposición de manos de Mons. Nicolás Esandi. Fue profesor del Seminario Menor de La Plata, desde 1947 y, desde 1950, se desempeñó como Canciller y Secretario General del Arzobispado. Y, sucesivamente, como Rector del Seminario Menor y Seminario Mayor.
El Papa Juan XXIII lo nombró Prelado de Honor el 29 de junio de 1961. Fue Vicario General de la Arquidiócesis y, desde el 29 de octubre de 1982, Director Espiritual del Seminario Mayor.
San Juan Pablo II lo designó Protonotario Apostólico el 2 de julio de 1986. Y fue vicepostulador en la causa de canonización de Sor María Ludovica de Angelis. La Conferfencia Episcopal Argentina, a través del Consejo Superior de Educación Católica, le entregó el premio «Divino Maestro», el 17 de septiembre de 1999.
En 1997, jubilado de sus cátedras en el Seminario Mayor San José y de todos sus otros oficios, se trasladó a la casa parroquial de la Basílica San Ponciano, como capellán interno. Allí atendió, incansablemente, el confesonario y la Dirección Espiritual.
Falleció en La Plata el 14 de mayo de 2012. En el Testamento Espiritual, fechado el 2 de enero de 2004, que había dejado en su escritorio, se lee:

Encomiendo mi cuerpo y mi alma
a Ti Padre Misericordioso,
a Ti Amado Señor Jesús,
a Ti Espíritu Santo cuya Luz, Fuerza y Amor
experimenté en mi pobre vida
y cuya devoción y teología procuré difundir.

La Virgen Madre Amada,
mi querida hermana del cielo Santa Teresita
con el glorioso patriarca San José
intercedan por mí.

Agradezco por haberme permitido el Señor
que fuera su Sacerdote…
aunque indigno y pecador…

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