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Siete seminaristas serán admitidos como candidatos al Orden Sagrado, en La Plata.

 

 

Seminario Mayor San José de La Plata (Imagen en perspectiva, desde el parque Castelli).

 

      El Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, admitirá siete seminaristas como candidatos al Orden Sagrado. La Santa Misa se celebrará este sábado 22 de abril, a las 11.30, en la Iglesia del Seminario (parroquia Nuestra Señora de la Piedad), calle 24, esquina 66.

Los seminaristas son: Martín Cescutti, Emiliano Chaves, Mariano Dobler, Kevin Malla, Moacir Riveros, Eduardo Velázquez, y Matías Villarreal. Al día siguiente, Domingo 23, a las 12, en la Catedral, recibirán el ministerio del Lectorado. En la misma celebración recibirán el Acolitado, Nazareno Bangardino, Tomás Gutiérrez, Facundo Irazusta, Nabil Kassis, y Santiago Soffiantini.

Significado de la Admisión

Con el rito de la Admisión, la Iglesia acepta oficialmente a quienes piden ser admitidos como candidatos al Orden Sagrado. De este modo, ellos expresan públicamente su deseo de entregarse al servicio de Dios y de los hermanos.

Supone que los candidatos conocen la preocupación del Señor por su pueblo y, teniendo en cuenta la necesidad de la Iglesia, se sienten preparados para responder con generosidad a su llamado; y decirle con el profeta: “Aquí estoy, envíame”. Confiando en Él esperan, así, realizar con fidelidad su vocación.
Para esto será necesario que aprendan a vivir de acuerdo con las exigencias del Evangelio; que se afiancen en la práctica de la fe, la esperanza y la caridad. Y, por medio del ejercicio de ellas, adquieran el espíritu de oración; y se fortalezcan en el anhelo de ganar a todos los hombres para Cristo.

Lectorado y Acolitado

El Lector o relator de la Palabra de Dios, cuenta con un oficio al servicio de la fe, que se nutre de la Palabra de Dios. Proclama la Palabra en la asamblea litúrgica; educa en la fe y para la digna recepción de los sacramentos a los niños y a los adultos; y anuncia la Buena Noticia de la Salvación a los hombres que todavía no la conocen. Con este anuncio los hombres podrán llegar al conocimiento de Dios Padre, y de su Hijo Jesucristo, su enviado; y así conseguir la Vida Eterna.
Por su parte, el Acólito instituido participa de un modo peculiar en el ministerio de la Iglesia, cuya vida tiene fuente y culmen en la Eucaristía; por la que es edificado y crece el Pueblo de Dios. Se le encomienda ayudar a los presbíteros y a los diáconos en el ejercicio de su ministerio, y se le confía como ministro extraordinario distribuir la Sagrada Comunión a los fieles; acercándosela, particularmente, a los que están enfermos.

 

 

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