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Reforma de la pastoral juvenil y la catequesis de colegios

El Arzobispo Víctor Manuel Fernández convocó a los catequistas de colegios secundarios, a los capellanes y a los agentes de pastoral juvenil para lanzar el proyecto de un nuevo plan de catequesis y pastoral juvenil. Implica la reforma de los planes formativos, y la transformación de los encuentros catequísticos a la luz de la propuesta del Santo Padre en Christus vivit, centrada en el kerygma y el amor fraterno. Para ello, propuso un cauce de trabajo en torno a cinco grandes líneas que son las siguientes: 1.La búsqueda, la convocatoria. 2.Cómo suscitar y provocar las grandes experiencias cristianas que enciendan el fuego y toquen la vida. 3.Cómo profundizar estas experiencias básicas en procesos de crecimiento. 4.Cómo transfigurar toda la catequesis en sus contenidos y programas a la luz del kerygma y del llamado al amor. 5.Estrategias de pastoral popular para llegar a todos los jóvenes. En torno a estas cinco líneas se crearán grupos de trabajo para que con libertad y creatividad se elabore un plan transformador de la catequesis y de la pastoral juvenil.

 

Para enriquecer el sentido de esta propuesta, se comentaron algunos párrafos centrales de Christus vivit y otros documentos de Francisco, que son los que hay que aplicar concretamente: “Con respecto al crecimiento, quiero hacer una importante advertencia. En algunos lugares ocurre que, luego de haber provocado en los jóvenes una intensa experiencia de Dios, un encuentro con Jesús que tocó sus corazones, luego sólo les ofrecen encuentros de “formación” donde les dan charlas acerca de cuestiones doctrinales y morales: sobre los males del mundo actual, sobre la Iglesia, sobre la Doctrina Social, sobre la castidad, sobre el matrimonio, sobre el control de la natalidad y sobre otros temas. El resultado es que muchos jóvenes se aburren, pierden el fuego del encuentro con Cristo y la alegría de seguirlo, muchos abandonan el camino y otros se vuelven tristes y negativos. Calmemos la obsesión por transmitir un cúmulo de contenidos doctrinales, y ante todo tratemos de suscitar y arraigar las grandes experiencias que sostienen la vida cristiana” (ChV 212). “Cualquier proyecto formativo, cualquier camino de crecimiento para los jóvenes, debe incluir ciertamente una formación doctrinal y moral progresiva, pero lo más importante es que esté centrado en dos grandes ejes: uno es la profundización del kerygma, la experiencia fundante. El otro es el crecimiento en el amor fraterno, en la vida comunitaria, en el servicio” (ChV 213). “Más allá de cualquier circunstancia, a todos los jóvenes quiero anunciarles ahora lo más importante, lo primero, eso que nunca debería callar. Es un anuncio que incluye tres grandes verdades que todos necesitamos escuchar siempre, una y otra vez (Dios te quiere, Cristo te salva, Cristo vive” (ChV 111).

 

“Vuelve a resonar siempre el primer anuncio: «Jesucristo te ama, dio su vida para salvarte, y ahora está vivo a tu lado cada día, para iluminarte, para fortalecerte, para liberarte». Cuando a este primer anuncio se le llama «primero», eso no significa que está al comienzo y después se olvida o se reemplaza por otros contenidos que lo superan. Es el primero en un sentido cualitativo, porque es el anuncio principal, ese que siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y ese que siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra” (EG 164) “No hay que pensar que en la catequesis el kerygma es abandonado en pos de una formación supuestamente más «sólida». Nada hay más sólido, más profundo, más seguro, más denso y más sabio que ese anuncio. Toda formación cristiana es ante todo la profundización del kerygma que se va haciendo carne cada vez más y mejor, que nunca deja de iluminar la tarea formativa, y que permite comprender adecuadamente el sentido de cualquier tema que se desarrolle” (EG 165).  “Una oportunidad única para el crecimiento y también de apertura al don divino de la fe y la caridad es el servicio: muchos jóvenes se sienten atraídos por la posibilidad de ayudar a otros, especialmente a niños y pobres. A menudo este servicio es el primer paso para descubrir o redescubrir la vida cristiana y eclesial. Muchos jóvenes se cansan de nuestros itinerarios de formación doctrinal, e incluso espiritual, y a veces reclaman la posibilidad de ser más protagonistas en actividades que hagan algo por la gente” (ChV 225). “En el Sínodo se exhortó a construir una pastoral juvenil capaz de crear espacios inclusivos, donde haya lugar para todo tipo de jóvenes y donde se manifieste realmente que somos una Iglesia de puertas abiertas. Ni siquiera hace falta que alguien asuma completamente todas las enseñanzas de la Iglesia para que pueda participar de algunos de nuestros espacios para jóvenes. Es verdad que algunas propuestas pastorales pueden suponer un camino ya recorrido en la fe, pero necesitamos una pastoral popular juvenil que abra puertas y ofrezca espacio a todos y a cada uno con sus dudas, sus traumas, sus problemas, su búsqueda de identidad, sus errores, su historia, sus experiencias de pecado y todas sus dificultades” (ChV 234).

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