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Multitudinaria participación de la Iglesia platense en la «Marcha por la Vida».

Vista aérea de la movilización.

 

Poco después de la partida, en plaza Italia.

 

Frente al palco que se montó a pocos metros de la Facultad de Derecho.

 

 

La Iglesia platense tuvo una multitudinaria participación en la Marcha por la Vida, que se realizó este Domingo 25 de Marzo, Día del Niño por Nacer, desde plaza Italia, hasta la Facultad de Derecho, en la ciudad de Buenos Aires. Desde muy temprano, decenas de micros que partieron de parroquias, grupos, asociaciones y movimientos de la Arquidiócesis cubrieron la autopista Buenos Aires – La Plata, con intenso fervor. Se sumaron, igualmente, cientos de vehículos particulares y otros automóviles de alquiler; como así también el trasporte por medios públicos, como tren y colectivos.

Numerosos sacerdotes y religiosas acompañaron a los grupos. Y se destacó, igualmente, la presencia del Obispo auxiliar de La Plata, Mons. Nicolás Baisi.

Decisivo apoyo de Mons. Aguer

Los organizadores de la Marcha agradecieron, como ocurrió en otras ocasiones, el decisivo apoyo del Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer; quien se está recuperando de un accidente doméstico, en el que se fisuró su codo izquierdo. Uno de ellos dijo a los periodistas que «nuevamente, el prelado platense, con su fidelidad a Cristo y a la Iglesia, y su coraje a la hora de llamar a las cosas por su nombre, sin ningún cálculo humano, logró despertar a muchas conciencias. Su apoyo ha sido decisivo en el éxito de esta convocatoria».

Como informáramos en su oportunidad, Mons. Aguer, pidió «encarecidamente a los sacerdotes de la Arquidiócesis que movilicen a los fieles a participar de la Marcha por la Vida». Y dijo que “nosotros defendemos la vida y luchamos, especialmente, para que se reconozca la cualidad plenamente humana del embrión, del feto, del niño por nacer. ¿Por qué hacemos eso? Lo hacemos porque hay evidencias científicas indiscutibles y, además, porque Nuestro Señor Jesucristo fue un niño por nacer, formado virginalmente por la acción del Espíritu Santo en el seno de la Virgen María. Fue un feto parido virginalmente por la Virgen María”.

Agregó que «nosotros queremos defender la vida desde el instante de la concepción y queremos decir No al crimen del aborto. Esto supone también que el Estado en lugar de legalizar el aborto, en lugar de despenalizarlo totalmente, lo que debe hacer es ayudar para que los niños nazcan y puedan ser criados y educados como deben serlo. Todo el mundo sabe que muchas veces el aborto es el recurso que sigue a un embarazo no deseado, y esto tiene mucho que ver con lo que pasa hoy día, con ese pansexualismo general, con esa falta de criterio por el cual desde muy chicos, ya desde la primera adolescencia, empiezan con las relaciones sexuales. No están preparados para eso, no están preparados para ser padres y madres… No basta el “cuidarse”, el “cuidarlos” repartiendo preservativos y anticonceptivos. Es preciso ayudar a que se formen integralmente, y reconozcan que el acto sexual tiene un doble significado, unitivo y procreativo».    

Testimonios desde las periferias

     Familias numerosas, niños, jóvenes, adultos y ancianos de toda la Arquidiócesis aportaron, con alegría y decisión, sus testimonios de fe y de vida. Fueron especialmente conmovedores algunos surgidos desde las periferias geográficas y existenciales. Fue notable la participación de contingentes de parroquias y capillas de las barriadas más pobres; y de asociaciones y grupos que luchan, día a día, por defender la vida más vulnerable.

     En un alto en el viaje, en la autopista, un joven, Mario, que se recupera de las adicciones en una institución, dijo que «nosotros participamos de esta marcha para ayudar a los bebitos a vivir; como otros, desde Cristo, nos ayudan a nosotros a pelear la vida, a cada momento. Sabemos que, ante Dios, ninguna vida es descartable. Y por eso estamos honrados de decir Sí a la Vida, no al aborto«.

     Otro testimonio conmovedor lo dio una joven de una villa de emergencia, perteneciente a una de las parroquias más pobres de la Arquidiócesis. Dijo que «en su momento, acorralada y engañada, decidí practicar un aborto. Jamás me recuperé… Todos los días sueño con mi bebé, a quien jamás pude tener en mis brazos. Hace un par de años volví a la Iglesia, tras el nacimiento de mi segundo hijo. Ahora estoy esperando al tercero; y quise concurrir con mi esposo y mi hijo. No dejemos de cuidar a todas las mamás… Sentirme abrazada por Jesús; y, especialmente, por la Virgen María, hace que mi dolor se vaya sanando…»

 

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