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«Agradezco de todo corazón lo que han hecho para defender la vida de los más pequeños»

El Arzobispo Víctor Manuel Fernández expresó su gratitud a toda la comunidad diocesana (sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos), por la incansable tarea de defender la vida de los más pequeños.

 

A continuación, se detallan sus textuales palabras:

 

 

Queridos sacerdotes, religiosos/as y laicos de todos los colores:

Quiero agradecerles de corazón todo lo que han hecho, especialmente en las últimas semanas, para defender la vida de los más pequeños. Han reclamado pacíficamente, han suplicado, han marchado bajo el frío y la lluvia.

¡Gracias! ¡Que el Señor les premie esa entrega!

Pero queda en pie el objetivo fundamental: lograr que los niños no sean abortados. Para eso no nos bastan los triunfos legales.

Por eso les pido que mantengamos en pie el empeño evangelizador y la pasión en la defensa de la vida, de las maneras más variadas:

1) Dando testimonio de cuánto amamos la vida frágil, indefensa e inocente.

2) Explicando con argumentos claros las razones de nuestra opción, con explicaciones comprensibles y convincentes.

3) Estando cerca de las mujeres con riesgo de acudir al aborto.

4) Tratando de resolver los problemas, especialmente de las mujeres pobres, que puedan llevarlas a abortar.

5) Acompañándolas para que no queden a merced de quienes las inducen u obligan a abortar.

6) Mostrando que somos coherentes en el amor a la vida, y que nos duele toda forma de vida humana amenazada y degradada: también la  vida de los más pobres y abandonados por la sociedad.

7) Ayudando a descubrir el sentido más genuino e íntegro de la sexualidad, que no puede entenderse como un mero placer irresponsable, y educando para una paternidad responsable.

8) Haciendo ver que no dejamos de amar a las mujeres que abortaron, porque tratamos de ayudarlas a que recuperen la paz y el sentido de la vida.

Finalmente, devolviéndole el calor a la maternidad. En los últimos días quisieron imponernos la visión más fría, aséptica y desabrida de lo que es ser madre. Quisieron obligarnos a que ya no digamos «niño» ni «hijo» sino «larva» o meramente «un embrión».

Las mujeres que han visto interrumpido un embarazo por abortos espontáneos, saben que no es eso lo que se siente. Y las que hablan de lo que llevan dentro no se sienten expresadas diciendo «mi embrión». Hoy quieren quitarle todo el calor y la pasión a la maternidad, e incluso dejarla sin poesía.

Yo recuerdo, en cambio, una canción de Baglietto que escuchábamos en mi juventud y decía: «Era en abril el ritmo tibio de mi chiquito que danzaba dentro del vientre, como un prado el flor… Mi niño, mi niño, el ombligo el sol». ¡Gracias a Dios nuestras convicciones nos ayudan también a mantener la poesía y el mejor humanismo!

Con todo el afecto en Cristo.

+ Mons. Víctor Manuel Fernández

   Arzobispo de La Plata

 

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