Mons. Jorge E. González presidió la Misa de cuerpo presente de Mons. Cándido Vicente Montaña
Este miércoles 17 de noviembre en la Iglesia Catedral, el obispo auxiliar de La Plata, Mons. Jorge González, celebró la Misa de cuerpo presente por el fallecimiento de Mons. Cándido Montaña, a quien recordó como un hombre entusiasta, generoso en la entrega y en el servicio a esta Iglesia Platense.
Acompañado por algunos sacerdotes que concelebraron la misa, autoridades del Servicio Penitenciario Bonaerense, religiosas y laicos, el obispo auxiliar agradeció a todos los presentes por “haber respondido esta mañana con su participación” y también les retribuyó un profundo sentir y cercanía del Arzobispo Víctor Fernández y de Mons. Alberto Bochatey O.S.A, quienes por diversas circunstancias no pudieron participar de la celebración eucarística.
Asimismo, agradeció al director del Servicio Penitenciario y a quienes realizaron la guardia de honor y también a todos los “que han tenido un afecto grande con el Padre Montaña, su familia y aquellos quienes lo han cuidado más de cerca en este último tiempo”.
En la Homilía, Mons. González recordó que “venimos ante todo a orar juntos esta mañana junto a los restos mortales de este hermano nuestro en la fe, que nos deja transitoriamente y con quien nos encontraremos cuando en señor nos llama, en su eterno abrazo de amor”. “Ese es el sentido profundo de nuestra Fe, el anuncio grande del Cristianismo”, expresó el obispo, quien remarcó que “nuestra vida no termina en este mundo y por eso tenemos esta solidaridad y caridad, los que seguimos peregrinando por este mundo, de poder orar por el eterno descanso de nuestros difuntos, pidiendo al Buen Dios que se cumpla la promesa que Jesucristo nos hizo”.
Evocando algunos rasgos de la vida y el ministerio del Padre Cándido, Mons. González recordó que “entre otras parroquias, ha estado vinculado a esta Iglesia Catedral, a la formación sacerdotal en el Seminario Menor y Adultos; muchos años se dedicó a la docencia y a la catequesis en el Instituto de Teología; animó con entusiasmo la Pastoral Bíblica y acompañó a varios movimientos e instituciones arquidiocesanas”, entre otras tantas tareas que desempeñó con fervor y dedicación.
Asimismo remarcó que “además de orar juntos en esta Eucaristía, estamos invitados a poder renovar nuestra fe en el Señor Resucitado, porque la profesión y la renovación de la fe es una invitación grande que nos hace la liturgia de este día y necesaria en nuestro camino de discipulado, porque justamente sentimos que nuestra vida cristiana se orienta, se sostiene, se fortalece y debe su espíritu profundo en la muerte y en la resurrección del Señor”.
Por otra parte, reconoció que “a pesar de las debilidades y la fragilidad que pueda manifestar nuestro cuerpo, nuestra vida no se encamina hacia un ocaso, sino hacia una plenitud que es el encuentro con Jesucristo, el poder contemplar el rostro glorioso del Padre”.
También animó a la asamblea a evocar con gratitud los dones y beneficios con que el Señor nos favoreció a través del ministerio pastoral de Mons Montaña, “Cándido – señaló– ha sido un instrumento de Dios muy concreto, a pesar de las fragilidades humanas que todos tenemos. Muchos de ustedes han recibido de él una palabra de aliento, de sostén, han recibido los dones de la fe a través de su ministerio pastoral y han recibido también una amistad cercana, que era típica también de su persona, porque era un hombre muy afectuoso”.
Finalmente, pidió al Señor y a Nuestra Madre del Cielo, que nos ayude a tomar en peso “el don de la vida que nos regala, para que cada día, en nuestro paso, podamos como dice el Evangelio de Jesús, pasar por este mundo haciendo el bien, que es en definitiva la misión que todos tenemos”.
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