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Mons. Aguer se refirió al impacto de los «tarifazos» en la sociedad.

Mons. Aguer escucha la preocupación de los más pobres en San José Obrero, de Berisso.

Mons. Aguer escucha la preocupación de los más pobres en San José Obrero, de Berisso.

 

El Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, se refirió en su habitual columna televisiva de Claves para un mundo mejor (sábados a las 9, por canal 9) al impacto de los tarifazos de los servicios públicos en la sociedad. Dijo al respecto que «es una consecuencia de lo que ocurrió en los últimos diez o quince años. Se ha dilapidado la energía; y los subsidios han sido discriminatorios, de tal manera que pagaban lo mismo el pobre pobrísimo y el rico más pudiente. Entonces, es lógico que haya ocurrido este desbarajuste. ¿Y ahora cómo se lo va a balancear? Haciendo que Doña Rosa reciba una factura según la que si antes pagaba $800 pesos, supongamos, ahora le toca $5.000 digamos. Me parece que eso es una barbaridad”.

     Dijo, asimismo, que «también es necesario notar: parece que el 30% por lo menos del costo de la tarifa se debe a impuestos nacionales, y provinciales y a tasas municipales. En la Provincia de Buenos Aires, la Señora Gobernadora ha quitado los impuestos provinciales y eso significa un pequeño alivio”.

     Indicó, igualmente, que «en esta circunstancia de los aumentos tarifarios se manifiesta también el arrastre de la costumbre. Lo que yo indicaba de la última década, o más allá, tiene que ver con esa especie de derroche al cual estamos acostumbrados… ¿Cómo se resuelve esta cuestión? Primero, tenemos que habituarnos a la nueva situación, a la realidad actual. Se nos ha dado un ‘buen consejo’: que en verano andemos en patas y con remera, y en invierno bien abrigaditos; solo que, me parece, que el que da el consejo no lo cumple, seguramente porque no necesita cumplirlo”.

     Además manifestó que esto es una “cuestión macroeconómica, o más bien política. La cuestión es esta, en mi humilde opinión: no son idénticas la lógica política y la lógica empresarial. La lógica política mira o debería mirar al bien común, mientras que la lógica del empresario mira al lucro. Ahí está el problema. La lógica política mira al bien común, y por eso no se puede gobernar una sociedad mirando al lucro o simplemente haciendo números. Los números son importantes sin duda alguna y hay que reparar, a veces, taras que nos vienen de herencia”.

     Por último, sostuvo que es «importante subrayar que debe imponerse, en la democracia argentina, una lógica verdaderamente política. Cuando digo política estoy pensando en la polis de Platón o de Aristóteles; es decir una razón política que es distinta de la razón económica y que debe mirar siempre, en todo caso, al bien común. Y cómo puede hacerse para que en la sociedad haya una igualdad verdadera y no una igualdad fingida que es lo mismo que desigualdad».

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