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Mons. Aguer presidió, este Miércoles Santo, la Misa Crismal

Durante la bendición de los óleos.

 

Procesión de entrada.

 

El director del Coro del Seminario, Martín Cescutti, cantó el Salmo Responsorial.

 

Asistieron como Diáconos los recientemente ordenados,
padres Tomás Gutiérrez y Santiago Alemán.

 

     El Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, presidió este Miércoles Santo, en la Catedral, la Misa Crismal; en la que, como su nombre lo indica, se bendijeron los óleos para la administración de los sacramentos, durante todo el año. En la Eucaristía, como lo establece la liturgia, los sacerdotes renovaron los votos del día de su Ordenación. Concelebraron con el prelado platense sus dos Obispos auxiliares, Mons. Nicolás Baisi, y Mons. Alberto Bochatey, OSA; y un centenar de sacerdotes del clero secular y religioso, destinado en la Arquidiócesis.
     La Catedral estuvo colmada de fieles llegados de los cinco partidos que integran la Iglesia platense (La Plata, Berisso, Ensenada, Magdalena, y Punta Indio), y de otras localidades del Gran Buenos Aires; y por los jóvenes platenses que participarán, en estos días, de Pascua Joven. También estuvo presente el intendente de La Plata, Julio Garro.
      Concluida la celebración, Mons. Aguer fue despedido por un prolongado aplauso de los asistentes; en reconocimiento a su valiente defensa del niño por nacer, y su decidido apoyo a la Marcha por la Vida, del Domingo de Ramos. Un trabajador rural, venido del interior bonaerense, quiso sintetizar ante los periodistas esa expresión de afecto y respaldo: «Los pobres -subrayó-, que tenemos en nuestros hijos la mayor riqueza, queremos expresarle a Mons. Aguer todo su apoyo a la causa provida y profamilia. Como católicos estamos honrados de tener un pastor, que no huye ante los lobos».
Puntos salientes de la homilía
     En su homilía, el prelado platense explicó que los aceites que se bendicen y consagran son un signo de la unción sacerdotal de Cristo. Habló, igualmente, del Sacerdocio de todo el Pueblo de Dios, y de la misión de los laicos en la sociedad.
     Dirigió, luego, un mensaje afectuoso a los presbíteros («que no deben ser esclavos de las modas ni de las ideologías»), a las religiosas, y a los seminaristas. A estos últimos les dedicó sentidas palabras de aliento, para que se formen del mejor modo, y se configuren totalmente con Cristo. El texto completo y oficial de las palabras del prelado platense lo publicaremos en los próximos días.
     Poco antes de la bendición final, Mons. Aguer agradeció la presencia del intendente Garro; «lo que demuestra -enfatizó- que este no es solo un acto de la Iglesia sino de todo el pueblo platense». Y, en referencia a su accidente doméstico (fisura de codo izquierdo), dijo que «como podrán ver, la carrocería está un poco estropeada. Pero el motor, gracias a Dios, todavía anda bien».

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