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Mons. Aguer predicó el Retiro cuaresmal al clero platense.

Meditación sobre el Sagrado Triduo.

 

Plano general del encuentro.

 

Durante la exposición del Santísimo Sacramento.

 

El Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, predicó este miércoles 14 la jornada de Retiro cuaresmal del clero. Como es tradición, se realizó en la Casa de Ejercicios Espirituales Nuestra Señora de Luján (Seminario Menor), calle 149 entre 62 y 64, de Los Hornos.

El prelado centró su meditación en el Sagrado Triduo Pascual, del Viernes, Sábado y Domingo; que comienza con la Misa in Coena Domini, el Jueves Santo. Hizo referencia a ciertos aspectos históricos de la liturgia; y agradeció que el Papa Pío XII haya restablecido la Vigilia Pascual.

Dijo que la «primera jornada del triduo, el Viernes, comienza con la Adoración de la Cruz. El sábado es el centro del Triduo Pascual; y aunque no haya celebraciones litúrgicas, es el día en que contemplamos que la Encarnación del Verbo llega a su lugar más profundo: el descenso a los infiernos (Ef 4, 8 – 11). Cristo baja a lo más profundo para subir a lo más alto (Flp 2, 6 – 11); es el colmo de la kénosis. El Verbo se hizo mortal, experimentó la muerte, asumió la mortalidad de los hombres, y padeció en su persona todos los sufrimientos».

Agregó que «el Sábado se da la máxima identificación de Cristo con nosotros. El Señor baja al colmo de la humanidad, a lo más bajo de nuestra condición. Desciende a los infiernos, baja a la morada de los muertos y allí -como bien lo expresa un ícono oriental- se encuentra con Adán y Eva; los patriarcas, y toda la humanidad no redimida. Es conmovedora la homilía muy antigua (que los orientales atribuyen a San Epifanio) del Oficio de Lectura de ese día».

Añadió que «el Domingo es la resolución del drama de la Redención. Los tres días constituyen un todo: el Misterio Pascual. No hay Domingo de Pascua sin Viernes y Sábado Santo. Todo se encamina a la Victoria definitiva sobre la muerte».

Periferias existenciales: el mundo sin Dios

Sostuvo, igualmente, que «hoy el Papa Francisco nos pide, con insistencia, ir a las periferias. Las geográficas, por lo general, donde abundan los más pobres, suelen ser más sencillas; pues ellos son los más receptivos a la Palabra de Dios. Cuestan mucho más, y son más difíciles las existenciales. Allí donde se vive el infierno de un mundo sin Dios; pues la cultura moderna ha decidido que Dios ha muerto«.

Enfatizó que «hoy más que nunca debemos llegar allí; e ir al corazón de todo varón y de toda mujer donde Dios está muerto. Pienso en las periferias existenciales de la política, la economía, los medios de comunicación, las universidades, donde la Iglesia no está presente… El diablo es muy astuto para alejar de Dios a los que están en el poder. Cristo, que bajó a los infiernos, nos llama entonces a ir a esas periferias existenciales, y llenarlas de la Luz de su Pascua».

Subrayó que «a fines del siglo XIX, y principios del XX, laicos católicos comprometidos fueron capaces de enfrentar a la masonería y al laicismo de entonces con la lucha por la libertad de enseñanza. Surgieron, así, figuras como José Manuel Estrada, Pedro Goyena, Tristán Achával Rodríguez. Emilio Lamarca y Apolinario Casabal, entre otros. Luego se fundaron los célebres Cursos de Cultura Católica; de los que surgieron brillantes intelectuales, y excelentes publicaciones como Criterio, Sol y Luna, y Ortodoxia, entre otras. Llegaron, incluso, a traer a la Argentina a Ortega y Gasset…»

Finalmente, dijo que «en aquel entonces había apenas cinco o seis obispos en Argentina. Hoy somos más de cien, y todo eso no existe más. Hay mucho por hacer…»

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