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Mons. Aguer ponderó lo realizado en el «Año Vocacional Arquidiocesano».

 

Oración inicial.

 

Exposición del prelado platense.

 

Se destacó el trabajo en los barrios más alejados, y otras periferias.

 

Con el marco de la última reunión anual del clero, el Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, puso de relieve todo lo realizado en el presente Año Vocacional Arquidiocesano. El encuentro, como es habitual, se realizó en la Casa de Ejercicios Espirituales Ceferino Namuncurá, que las Hermanas Reparadoras del Sagrado Corazón atienden en 44 y 163, de Olmos. Participaron del mismo los dos obispos auxiliares platenses, Mons. Nicolás Baisi, y Mons. Alberto Bochatey, OSA; y decenas de sacerdotes diocesanos y religiosos.

Tras la oración inicial, Mons. Aguer hizo una referencia a este tiempo de adviento, y pidió «no perder de vista la Parusía del Señor. Como bien señala San Bernardo de Claraval (en la lectura del Oficio de este miércoles 6), hay tres advientos (venidas) del Señor: el primero, en la carne, hace dos mil años, en Belén; el segundo, en su retorno glorioso, al final de los tiempos, para traernos la vida definitiva; y el tercero en su venida continúa, con la inhabitación de la Trinidad en nosotros, para traernos descanso y consuelo».

Ya sobre el Año Vocacional Arquidiocesano manifestó que «estos eventos, estas jornadas son importantes en la vida de la Iglesia. Debemos considerar, de cualquier modo, que el trabajo por las vocaciones es permanente. Continuamente recibimos nuevos cristianos, en el Bautismo; y está en nosotros que no pasen a integrar el número indefinido de ‘paganos bautizados’ que tenemos en Argentina. Debemos fortalecer la preparación y el seguimiento, para que tomen definitiva conciencia de su vocación cristiana».

Agregó que «está, también, la vocación universal a la santidad, que surge del Bautismo, y a la que de ningún modo se puede renunciar. Todos estamos llamados a ello; y, por lo tanto, debemos tomar con mucha responsabilidad ese desafío».

Insistió en que «es fundamental trabajar muchísimo en la vocación al matrimonio y la familia. Si no hay hijos, tampoco habrá sacerdotes ni vírgenes consagradas. Debemos poner el acento en la formación y el seguimiento de las familias cristianas. Como es evidente, en hogares sólidos y bien preparados surgen vocaciones para toda la Iglesia».

En cuanto a la vocación al Sacerdocio dijo que «gracias a Dios, vamos teniendo vocaciones; aunque siempre, claro está, necesitamos más. El año próximo ingresarán seis jóvenes platenses a nuestro Seminario; varios de los cuales vienen de grupos y movimientos juveniles de nuestra Iglesia local, como ‘Aventura’, ‘Pascua Joven’, ‘Creo para entender’ y ‘Misión Juvenil Arquidiocesana’. Se está trabajando bien en Pastoral Juvenil y Pastoral Universitaria, y se van viendo los frutos».

Tuvo palabras de reconocimiento, igualmente, «a la vocación a la virginidad consagrada; tanto en congregaciones religiosas, como en la antigua Orden de Vírgenes Consagradas. A esta última la hemos restituido en la Arquidiócesis; y ya, también, tenemos vocaciones platenses».

Misión en periferias geográficas y existenciales

Exhortó, asimismo, a «seguir llegando, cada vez más profundamente, a las periferias geográficas y existenciales. Gracias a Dios, en la Arquidiócesis se siguen abriendo centros misioneros y capillas en los barrios más humildes; como los iniciados por el padre Raúl Sidders, en la zona de Melchor Romero. Ahora he traído a la Arquidiócesis a los Franciscanos de la Inmaculada; para que atiendan allí la nueva parroquia Asunción de la Santísima Virgen María, erigida el pasado 15 de Agosto».

Enfatizó, en tal sentido, que «urge llegar a los más alejados; no debemos dejar territorios vacantes. Debemos entender, para ello, que la misión no solo debe limitarse a misiones con grupos y fechas específicos. Debe lograrse que todas las parroquias vivan la misión permanente; para llegar a los que están a más distancia, y a los más sufrientes».

Sobre las periferias existenciales dijo que «se viene trabajando bastante en cárceles y hospitales; e, incluso, crece el voluntariado en esos ámbitos. No debemos olvidarnos, de cualquier modo, que la Universidad es otra periferia existencial. Es un hecho histórico que la Iglesia platense esté evangelizando en los claustros; y que hasta se haya celebrado Misa en distintas Facultades».

Al respecto, abogó, por «una nueva generación de laicos comprometidos con la política, la cultura, la economía y el campo social. A fines del siglo XIX, en pleno gobierno de la masonería, un grupo de laicos brillantes como Estrada, Goyena, Pizarro, y Achával Rodríguez, entre otros -formados, solitariamente, en la espiritualidad francesa del Beato Federico Ozanan-, defendió con energía la libertad de enseñanza. Otro ejemplo, entre los años veinte y cuarenta del siglo pasado, es el de los Cursos de Cultura Católica -de los que, luego, surgió la Universidad Católica-; que tuvo poetas, artistas e intelectuales de la talla de Leopoldo Marechal, Francisco Luis Bernárdez, y el mismo Jorge Luis Borges… Hoy necesitamos un laicado lúcido y comprometido, para evangelizar la periferia existencial de la cultura».

Sobre la cuestión educativa remarcó que «pese a todas las dificultades seguimos abriendo y ampliando colegios. Con el deterioro del sistema educativo estatal nosotros podemos ofrecer este sencillo servicio: que nuestros niños aprendan a leer y escribir. Y que reciban una cosmovisión cristiana de la vida».

Alentó, igualmente, «a que nuestros catequistas se sigan formando del mejor modo. Tenemos varias Escuelas de Catequesis, en la Arquidiócesis; y estamos convencidos de todo lo que pueden aportar los catequistas cuando viven con amor y pasión ese ministerio».

Por último, y retomando su introducción sobre ‘el tercer Adviento de San Bernardo» enfatizó que «el fruto pastoral no depende de nuestra organización. Ciertamente que, como sacerdotes, debemos deslomarnos como burros en nuestro trabajo; no podemos permitirnos el lujo de la fiaca…Debemos orar sin cesar, como lo remarca San Pablo (1 Ts 5, 17). Lo principal es el fruto de la gracia, que procede de la oración e intimidad con el Señor.

«San Agustín -agregó-, en su Carta a Proba destaca que ‘en la fe, esperanza y caridad oramos siempre con un continuo deseo. Pero a ciertos intervalos de horas y tiempos oramos también vocalmente al Señor, para amonestarnos a nosotros mismos con los símbolos de aquellas realidades, para adquirir conciencia de los progresos que realizamos en nuestro deseo, y de este modo nos animemos con mayor entusiasmo a acrecentarlo… Por eso dijo el Apóstol: Orad sin interrupción. ¿Qué significa eso sino «desead sin interrupción» la vida bienaventurada, que es la eterna…’ Debemos, entonces, orar sin interrupción; con el corazón dirigido a Dios, con la conciencia de estar ante Él. Es fundamental para el fruto invisible que lo conoce solo el Señor».

Tras las palabras de Mons. Aguer distintos sacerdotes brindaron informes sobre lo realizado, en 2017, en Catequesis, Educación Católica, Cáritas y Pastoral Vocacional. Por último, el prelado platense recordó que el próximo sábado 9, a las 10.30, en la Catedral, serán ordenados Sacerdotes Daniel María Bonifacio Rossi, Gonzalo Huarte, y Carlos Julián Reyes Toso. Y que el sábado 17 de marzo, también a las 10.30, en la Catedral, serán ordenados Diáconos Santiago Agustín Alemán, Tomás Gutiérrez, y Carlos Rivero Cecenarro.

Como oración conclusiva se rezó el Ángelus. Y, seguidamente, se compartió el almuerzo fraterno.

 

 

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