Mons. Aguer, en Corpus: «Vivimos en una Argentina doliente, confundida y dividida».
El Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, en un mensaje que se leyó este sábado 6, en la Misa de Corpus Christi, dijo que Jesús «ha pasado por nuestras calles. ¡Qué misterio tan grande su presencia y su paso!. Por las calles de La Plata, por las calles de nuestra Argentina doliente, confundida, artificialmente dividida, fatigada de esperanzas vanas, improbables, de promesas que no se cumplirán. Seguramente, durante la marcha, ustedes han depositado en el Corazón del Señor las necesidades y las perplejidades: personales, familiares, comunitarias y públicas. En Él sí podemos esperar, podemos esperar en la política superior de su Corazón, que coincide con la Providencia del Padre; a Él podemos confiarnos en este trance».
El prelado, quien se recupera de las operaciones de cadera y mano izquierda, tras un resbalón y caída en su dormitorio, pidió a los fieles que den «testimonio cotidiano. Testimonio es la traducción de martirio. Sin dramatizar, en la situación que viven la ciudad y el país hace falta, me atrevo a decir, un martirio elemental: ser gente honrada, aguantar lo que sea para poder seguir siéndolo. ¿Parece poco?. ¿No lo es!. Puede ser una sencilla y valiosa contribución de los cristianos».
Mons. Aguer envió, también, un saludo agradecido a todos los fieles. «Los he acompañado -subrayó- desde el mediodía con mi pensamiento, y mis oraciones. Muchas gracias a todos los que en estos días se han interesado y han rezado por mí. Los abrazo y bendigo de corazón».
La celebración de Corpus comenzó a las 12, con una Misa en la iglesia Santa Teresa de Jesús -en adhesión al quinto centenario del nacimiento de la española Doctora de la Iglesia-, que los padres Carmelitas tienen en 16 y 45. Luego se expuso el Santísimo Sacramento; y la procesión partió para la Catedral, a las 15.30. Una compacta multitud acompañó el paso de Jesús Sacramentado, a lo largo de las cerca de diez cuadras del recorrido.
Al arribar al templo mayor de la Arquidiócesis, tuvo lugar la Bendición Solemne. Y luego, el Obispo auxiliar de La Plata, Mons. Nicolás Baisi, presidió la Santa Misa. Concelebraron con él, Mons. Rodolfo O’ Neill, pro Vicario general de la Arquidiócesis y un centenar de sacerdotes diocesanos y religiosos.
No somos una masa anónima; somos Pueblo de Dios
En su homilía, Mons. Baisi destacó que «la Encarnación de Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, que caminó entre nosotros, que nos convoca, y nos constituye como Iglesia, nos hace pueblo caminante hacia la Casa del Padre. No somos una masa anónima; somos Pueblo de Dios. Caminamos con Jesús, avanzamos con Jesús, y Él es la puerta hacia el Cielo».
Agregó que «lo que hicimos esta tarde es una síntesis de nuestro ser cristiano. Nos alimentamos con Jesús Eucaristía, lo llevamos por nuestras calles, llegamos con Él hacia la Casa de Dios y, luego, damos testimonio de Él en todos los ambientes».
Mons. Baisi tuvo palabras de gratitud por tantas muestras de afecto hacia Mons. Aguer. Y, antes de la bendición final, leyó las palabras que envió el prelado para la celebración.
Este es el texto completo y oficial del mensaje del Arzobispo platense:
Bendito y alabado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del altar…
Mensaje en la Solemnidad de Corpus Christi
Sábado 6 de junio de 2015
Queridos hermanos y hermanas, queridos hijos e hijas; aclamemos una vez más: Bendito y alabado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del altar… Este clamor de veneración y alegría adoptado por la piedad eucarística de la Iglesia tiene su fuente en la Sagrada Escritura. En numerosos pasajes bíblicos –sobre todo en los Salmos- el creyente se dirige a Dios para celebrarlo con una alabanza agradecida porque es eterno su amor. ¡Bendito sea! ¡Alabado sea! Son expresiones de entusiasmo espiritual, no superficiales, sino que proceden del fondo del corazón creyente, lo arrancan de sí mismo y lo proyectan a los pies del Señor, de rodillas ante él. La bendición y la alabanza –gestos intercambiables, y que, en cierto modo, se identifican- son gratuitas: de suyo no piden nada, afirman la alegría de contemplar y comprobar que Dios es Dios; nos regocijamos y le agradecemos que lo sea.. Al decirle Bendito y Alabado alcanzamos un momento de plenitud en Él, de plenitud personal,y eclesial. cuando lo decimos en comunidad.
A Jesús, Dios verdadero y hombre verdadero, Uno de la Trinidad e Hijo de María, nuestro Redentor, nuestro hermano, nuestra esperanza se lo decimos con total confianza ante su presencia eucarística. Él está en la Eucaristía, como dice el catecismo: verdadera, real, sustancialmente; la Eucaristía –sacrificio y sacramento permanente- es él. Hoy ha pasado por nuestras calles. ¡Qué misterio tan grande su presencia y su paso! Por las calles de La Plata, por las calles de nuestra Argentina doliente, confundida, artificialmente dividida, fatigada de esperanzas vanas, improbables, de promesas que no se cumplirán. Seguramente, durante la marcha, ustedes han depositado en el Corazón del Señor las necesidades y perplejidades: personales, familiares, comunitarias, públicas. En Él sí podemos esperar, podemos esperar en la política superior de su Corazón, que coincide con la Providencia del Padre; a Él podemos confiarnos en este trance
Vuelvan contentos a sus casas, aunque sin olvidar que la bendición y la alabanza tienen que proyectarse en el testimonio cotidiano. Testimonio es la traducción de martirio. Sin dramatizar, en la situación que viven la ciudad y el país hace falta, me atrevo a decir, un martirio elemental: ser gente honrada, aguantar lo que sea para poder seguir siéndolo. ¿Parece poco? ¡No lo es!. Puede ser una sencilla y valiosa contribución de los cristianos.
Los he acompañado afectuosamente desde el mediodía con mi pensamiento, y mis oraciones. Muchas gracias a todos los que en estos días se han interesado y han rezado por mí. Los abrazo y bendigo de corazón.
+ Héctor Aguer
Arzobispo de La Plata
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