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Mons. Aguer animó al clero platense a seguir profundizando en la iniciación cristiana.

 

 

 El Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, animó al clero platense a seguir profundizando en la iniciación cristiana, «frente a los desafíos que nos plantea la situación actual. Las condiciones de las familias, las periferias geográficas y existenciales y tantos problemas cotidianos de nuestro pueblo, nos llaman a no instalarnos en la rutina, y asumir con creatividad el reto de anunciar a Cristo, hacer conocer a Cristo, y formar discípulos de Cristo».
      En el encuentro anual de formación de los sacerdotes de la Arquidiócesis, que se está desarrollando en la Casa de Ejercicios Espirituales «Ceferino Namuncurá», que las Hermanas Reparadoras del Sagrado Corazón de Jesús atienden en 44 y 163 , de Olmos, y que tiene como tema central la catequesis, el prelado recomendó a los presbíteros que difundan el cuadernillo «Para que tengan la vida abundante», que recoge las instrucciones pastorales sobre la catequesis de los niños.
     En él, en primer término, está la instrucción pastoral «Para que tengan vida». Sobre la iniciación cristiana de los niños, y el lugar en ella del sacramento de la Confirmación, que Mons. Aguer publicó el 30 de mayo de 2004; y, en segundo término, «La vida abundante».Complementaria sobre la catequesis de los niños, que el prelado platense publicó el 19 de marzo de este año.
     En su exposición a los sacerdotes, Mons. Aguer valoró como muy positivo el cambio introducido hace doce años en la Arquidiócesis, sobre el orden de los sacramentos de iniciación (Confesión, Confirmación y Primera Comunión), «ya que quedan menos cristianos sin confirmar. Y hemos crecido en la comprensión de que la catequesis es iniciación a la vida cristiana. Y que no hay verdadera iniciación si no hay continuidad. Le estoy muy agradecido al Cardenal Karlic, quien me animó decididamente a introducir el cambio en el orden de los sacramentos».
Dijo, igualmente, que «hay una analogía muy fuerte entre la problemática de hoy, y la de los primeros siglos del cristianismo. Hoy vivimos en un mundo de paganos bautizados. Y, por lo tanto, debemos tener el fervor, la audacia y el atrevimiento apostólico de los primeros cristianos».
     Apuntó, asimismo, -como lo hiciera en otras ocasiones- que «en la iniciación de la vida cristiana, es fundamental tener una parroquia viva, de puertas abiertas, y generosa en su entrega. Además, es muy importante que la edad de comienzo sea menor (de hecho, no se establece en las instrucciones un límite, como por ejemplo saber leer y escribir), y que haya espacios adecuados para ello. Y, en tercer término, hay que seguir formando del mejor modo a los catequistas. Todos los párrocos deben saber que ellos son los primeros catequistas».

 

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