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Los Tres Puntitos del Cuarto Domingo de Pascua, Domingo del Buen Pastor

Domingo 4º de Pascua Ciclo B – 21 de abril de 2024

Primera lectura: Hch 4,8-12

Salmo: Sal 117,1.8-9.21-23.26.28-29

Segunda lectura: 1Jn 3,1-2

Evangelio: Jn 10,11-18

         El Cuarto Domingo de Pascua, como todos los años, la Liturgia de la Iglesia nos hace contemplar a Jesús el Buen Pastor. Compartimos hoy la segunda parte, versículos 11 al 18, de la reflexión del Señor sobre el Buen Pastor que se encuentra en Jn 10,1-30.

         Es obvio que el único Buen Pastor con mayúscula es Dios, revelado plenamente en Jesucristo. Él es, en un punto, el único Buen Pastor. Pero de aquí se deriva que Dios elige dentro de su pueblo pastores para que sean imagen de su presencia. Están los obispos, presbíteros y diáconos que a imagen de Cristo Cabeza pastorean sus comunidades en nombre del Señor. Esto es el sacerdocio ministerial. Pero también podemos tener presente el sacerdocio común de los fieles y descubrir que todos en la Iglesia son pastores. Lo es la catequista, el animador de grupo, el servidor de Cáritas… lo es el papá y la mamá en la familia, los tíos, las abuelas… Son pastores los docentes, los médicos y las enfermeras, los amigos… Todos, de una forma u otra, en la pastoral sistemática de la Iglesia o en la pastoral asistemática en nuestro compromiso con el mundo, estamos llamados a ser imagen de Jesús el Buen Pastor para nuestros hermanos.

         A la luz del Evangelio de hoy les propongo tres puntos para reflexionar sintetizados en tres expresiones verbales: CONOCER, ESCUCHAR, DAR.

1.     CONOCER a Dios

2.     ESCUCHAR la voz del Buen Pastor

3.     DAR la vida con libertad y alegría

1.     CONOCER a Dios

Cuatro veces aparece el verbo CONOCER en relación con el Padre Dios, Jesús y nosotros. CONOCER en Juan está directamente ligado a creer, a tener fe. Y no tiene un sentido primariamente de conocimiento conceptual sino vital: CONOCER es hacer experiencia de encuentro con. Así de perfecta e íntima es la relación del Padre con el Hijo. Y así es la relación que Dios quiere tener con nosotros. Por eso, debemos también nosotros buscar CONOCER cada día más a Dios a la vez que nos dejamos CONOCER por Él. CONOCER es hacer encuentro vital con Dios, CONOCER es buscar crecer cada día más en la fe y la confianza en Dios con una relación íntima y profunda.

¿Me dejo CONOCER por Jesús? ¿Experimento desde la fe que el Señor me CONOCE? ¿Intento CONOCER cada día más al Señor? ¿Soy un hombre, una mujer en búsqueda en el camino de la fe? ¿Busco entrar en intimidad y lograr experiencia de encuentro vital con Dios?

2.     ESCUCHAR la voz del Buen Pastor

Las ovejas del Buen Pastor oirán su voz. Ese es nuestro desafío. ESCUCHAR nosotros la voz de Jesús el Buen Pastor. ESCUCHARLA en la Biblia, su Palabra escrita, ESCUCHARLA en la Liturgia de la Iglesia, en la voz del Papa y de los obispos. ESCUCHARLA en la vida de toda la comunidad. Nadie puede pastorear si primero no se dejó pastorear por Jesús el Buen Pastor ESCUCHANDO su voz. No podremos ser imagen de Jesús el Buen Pastor si primero no somos sus fieles ovejas. Para poder conocer cada día más al Pastor es necesario ESCUCHAR su voz. El verbo ESCUCHAR así entendido, nos hace comprender lo propio de la obediencia de la fe. No se trata de obedecer a una norma o doctrina fría y autoritaria, sino de disponer el corazón para que Dios hable y, así, poder ESCUCHAR.

¿Busco ESCUCHAR y reconocer la voz de Jesús en medio de las diversas “voces” que ESCUCHO a lo largo de mis días? ¿ESCUCHO la voz del Señor que me invita al bien, a la verdad, a la vida? ¿Me dejo aturdir por las voces más “ruidosas” de nuestro mundo contemporáneo? ¿Le doy primacía a la ESCUCHA de la voz del Pastor en medio de las voces que resuenan en mi vida cotidiana?

3.     DAR la vida con libertad y alegría

Al final del texto de hoy Jesús dice que nadie le quita la vida sino que Él la DA por Él mismo. Esto refleja el ejercicio de la libertad total del Señor en su naturaleza humana. No está obligado a hacerlo. Lo hace generosamente y con alegría. DA, entrega, ofrece su vida muriendo en la cruz para salvarnos y darnos así nueva vida. Esto debemos imitar en nuestra entrega cotidiana. Muchas veces nos encontramos con personas que DAN su vida pero quejándose, protestando, percibiendo que no les queda otra salida, como si estuvieran obligados… Esa no es la actitud del discípulo del Señor. Tenemos que DAR y entregar nuestra vida generosa y alegremente en lo pequeño o grande de cada día. Incluso, en aquellas cosas que no podemos elegir porque se nos imponen en la vida, tenemos que aprender a elegir y hacerlo por amor a Dios y servicio a nuestros hermanos. ¡Que nadie nos quite la vida sino que la DEMOS por nosotros mismos con mucha alegría como nos enseña el Señor!

¿Soy generoso? ¿Entrego mi tiempo a los demás? ¿Comparto mis espacios y lo que tengo? ¿DOY mi vida por los demás en lo simple y cotidiano?, ¿en lo grande y complejo? ¿Con qué actitud lo hago? ¿Me quejo, vivo protestando, soy negativo y pesimista…? ¿Aprendo de Jesús que DA su vida por él mismo y con alegría? ¿Descubro la libertad y la belleza de DAR la vida con generosidad?

+Mons. Gabriel Mestre
Arzobispo de La Plata

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