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Los Tres Puntitos del Arzobispo para este domingo 15 de octubre

Domingo 28º Durante el Año Ciclo A. 15 de octubre de 2023

Primera lectura: Is 25,6-10a

Salmo: Sal 22,1-6

Segunda lectura: Flp 4,12-14.19-20

Evangelio: Mt 22,1-14 o bien más breve Mt 22,1-10

Para algunos investigadores, el Evangelio de este Domingo nos presenta una parábola con dos escenas bien marcadas y diferenciadas. Para otros estudiosos se trata de dos parábolas combinadas. No nos metemos en esta discusión… Nos puede sorprender la escalada de violencia que se respira, o la injusticia de echar al pobre hombre que fue a la fiesta sin el traje apropiado porque no tenía previsto ir allí. Recordemos que todos estos elementos son parte del efecto parábola. En su genio parabólico, Jesús busca captar la atención para hacer pensar a sus oyentes, para desinstalarlos, para romper con los moldes habituales de la captación del misterio de Dios, de su Reino y de la historia. Todas las parábolas toman elementos de la realidad conocida, pero no para quedarse en ellos sino para profundizar el misterio del Reino de los Cielos. El Señor no quiere enseñarnos estrategias de defensa militar, ni protocolo para fiestas, ni nada por el estilo. Jesús, una vez más, como los últimos Domingos, nos enseña algunos aspectos centrales de la dinámica del Reino de los Cielos.

Propongo para hoy tres puntos de meditación que sintetizo en tres palabras: CIELO, TODOS, LIBERTAD.

1.     ¿Cómo es el CIELO?

2.     La invitación al Cielo es para TODOS

3.     La LIBERTAD humana de aceptar o no aceptar la invitación

1.     ¿Cómo es el CIELO?

El lenguaje convencional y las palabras habituales nunca alcanzan para definir las realidades más importantes y profundas de la vida. Es por eso que se hace necesario el lenguaje simbólico y metafórico. La Biblia para intentar hablar de la consumación del Reino de Dios, de la vida en el CIELO, utiliza diversas imágenes. Una de las más importantes y utilizadas es la del banquete, una fiesta de bodas del hijo de un rey. En cualquier fiesta humana lo lógico es que la alegría esté presente. No se hace fiesta para estar tristes, no se hace fiesta cuando hay un drama familiar muy serio. Lo propio de la fiesta es el gozo, la alegría y la felicidad. Esta es la misma nota distintiva del CIELO: gozo, alegría y felicidad plenos y sostenidos para siempre. No sabemos detalles del CIELO, pero sí sabemos que el gozo, la alegría y la felicidad no tienen fin y nadie la puede arrebatar. Tanto el Primer como el Nuevo Testamento muchas veces nos presenta la belleza del CIELO como un gran banquete, un banquete de bodas absolutamente perfecto.

¿Qué “imágenes” tengo del CIELO? ¿Cómo me han catequizado con respecto al CIELO y la Vida Eterna? ¿Qué implica para mí percibir el CIELO en clave de “fiesta”, de banquete? ¿Me «alimento» de la imagen de gozo-felicidad-alegría para anhelar la consumación del Reino de Dios en la Vida Eterna?

2.     La invitación al Cielo es para TODOS

Queda más que patente en la parábola evangélica que la invitación es para TODOS. Nadie queda excluido, TODOS son invitados: “TODOS los que encontraron”. El Papa Francisco ha insistido con claridad sobre este tema hace unos meses en el contexto de la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa y, hace un poco más de una semana en la apertura del Sínodo de la Iglesia: TODOS, TODOS, TODOS. El Santo Padre nos recuerda este elemento esencial de nuestra fe cristiana católica que no discrimina, que no hace acepción de personas, sino que invita a TODOS al gran banquete del Reino. El Cielo es la gran fiesta de Dios absolutamente inclusiva y universal. Nadie queda fuera de este regalo de Dios: TODOS son integrados. Ser parte del Reino de Dios en su preparación en la historia y en su consumación en el Cielo es patrimonio de TODOS. Dios es así de generoso, Dios es así de inclusivo, Dios es rico en misericordia y quiere que TODOS se salven. Hoy también debemos salir a los “cruces de los caminos” de la vida y de la historia e invitar a TODOS a ser parte del banquete del Reino de los Cielos.

¿Capto la apertura generosa de Dios que quiere que TODOS los seres humanos se salven? ¿Percibo la invitación gratuita de Dios a ser parte de su proyecto? ¿Me siento «invitado» por Dios a su «Banquete»? Como misionero del Señor en la Iglesia: ¿Invito a los demás hermanos que están en los caminos de la vida a ser parte del Reino de los Cielos? ¿Quiénes serán de forma puntual y concreta las personas de este “TODOS” que yo hoy debo invitar al banquete de Dios?

3.     La LIBERTAD humana de aceptar o no aceptar la invitación

La gratuidad y la apertura de nuestro Dios son absolutas y totales, y así lo vimos en el punto anterior. Sin embargo, paradojalmente existe un límite: la LIBERTAD humana. Más precisamente, el límite de la LIBERTAD humana que puede ser mal usada y terminar rechazando al mismo Dios y su proyecto de vida. En el Evangelio de este Domingo esto queda plasmado en dos momentos: en el rechazo de los primeros invitados y en la falta del traje de fiesta para participar. Para ir a una fiesta se debe estar preparado. No se trata de un traje lujoso y ostentoso, sino el posible traje de fiesta que cada uno tenga. Esto es la disposición de corazón y la humildad necesaria para aceptar la propuesta del Señor y convertirse y cambiar lo que no esté de acuerdo con su proyecto de vida. Ante la propuesta universal, inclusiva, generosa y total de Dios que invita a la salvación debe haber una respuesta adecuada que elija aceptar esta invitación con absoluta LIBERTAD. ¡Que nuestra LIBERTAD sea fecunda y está siempre abierta a la bondad, verdad y belleza que nos viene de Dios!

¿Cuál es mi actitud ante la invitación de Dios a vivir su Reino? ¿Cómo respondo a tanto amor, ante tanta misericordia y gratuidad de parte del Señor? En los pequeños o grandes momentos de mi vida: ¿Acepto LIBREMENTE la invitación de Dios? ¿De qué «traje» deberé revestirme hoy para dar cuenta de la disposición de mi corazón a estar en el camino del sueño de Dios para mi vida? ¿Cómo “uso” habitualmente el regalo de la LIBERTAD que Dios me ha hecho? ¿Siempre intento evangelizar y educar en la LIBERTAD de los hijos de Dios?

+Mons. Gabriel Mestre

Arzobispo de La Plata

Argentina

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