Gratitud de Mons. Aguer en sus Bodas de Plata Episcopales.
El Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, tuvo palabras de reconocimiento para quienes lo ayudaron en sus 25 años de Episcopado; y para quienes le hicieron llegar sus saludos por el aniversario. En la homilía de la Misa en acción de gracias, que celebró este martes 4 de abril, en el Seminario Mayor San José, agradeció al Papa Francisco la carta colmada de elogios que le envió, en la que recordaba los años en que trabajaron juntos en la Arquidiócesis de Buenos Aires.
Explicó, también, a la luz del rito de la ordenación episcopal, que se trata de una carga, no de un honor, y se detuvo en aquellos momentos que lo impresionaron especialmente: junto a la imposición de manos por el obispo ordenante, la unción de la cabeza con el santo crisma, la imposición del anillo y la entrega del báculo. Tuvo, igualmente, un recuerdo afectuoso para con el Cardenal Antonio Quarracino, al que llamó «mi padre en el episcopado», y pidió perdón a todos aquellos a los cuales pudo haber ofendido. La homilía se cerró con la acción de gracias a Dios y a todos los que lo ayudaron, en particular a los sacerdotes.
El prelado platense agradeció todos los llamados, correos y mensajes que le llegaron; entre otros, de la Nunciatura Apostólica, de numerosos hermanos en el Episcopado; de sacerdotes, consagrados y laicos. Y celebró la Misa con el cáliz que le obsequiaron sus Obispos auxiliares, Mons. Nicolás Baisi, y Mons. Alberto Bochatey, OSA, y sus más cercanos colaboradores de la Curia. Y con la casulla que le obsequiaron las carmelitas descalzas del monasterio Regina Martyrum y San José, de 7 y 35.
La carga del pastor
Recordó en sus palabras Mons. Aguer que «el día de la Ordenación, el Pontifical nos amonesta: el episcopado significa una carga, no un honor, y nos recuerda que presidir es servir. Siempre he oído decir que hay presbíteros que aspiran al episcopado: ¡pobres, no saben lo que hacen!.
«No se entienda mal -agregó- lo que vengo diciendo: el episcopado es una realidad eclesial grande y bella; somos sucesores de los Apóstoles, según una línea ininterrumpida de la tradición. El Concilio afirmó: Jesucristo quiso que los sucesores de los Apóstoles fuesen los pastores en su Iglesia hasta la consumación de los siglos (Lumen gentium, 18) ellos rigen la casa del Dios vivo…».
Añadió que «el Vaticano II, recogiendo las afirmaciones de siempre, nos llama doctrinae magistri, maestros de la doctrina de la fe; sacricultus sacerdotes, empeñados en la adoración litúrgica de Dios; gubernationis ministri, porque gobernar, ‘mandar’, es un ministerio, un servicio que incluye a todos, pero que según el ejemplo de Jesús y de los Apóstoles, se ejerce de un modo principal sobre los quebrados por la vida, los que más necesitan de la consolación de Dios. Ese gobierno debe procurar que reine la caridad. Muchas veces sus razones no son fáciles de entender, y entonces el obispo debe estar dispuesto a saborear a solas el gusto de la Pasión».
En otro párrafo destacó que «desde pequeño aprendí a amar a la Iglesia; creo que desde soy obispo la amo más, no con aquel amor ingenuo de entonces, sino dolorosamente, dramáticamente, porque conozco su historia y vivo con ansiedad su actualidad. Le he sido siempre fiel, y la fidelidad implica para mí, costosamente, el coraje de defenderla y reivindicarla, tanto de las traiciones de sus hijos cuanto de los ataques de sus enemigos, que los tiene y cuyas intrigas y amenazas se tornan cada vez más descaradas, más audaces».
Dijo, en tal sentido, que «hace poco, el Papa Francisco afirmó que la Iglesia es perseguida; siempre lo fue, pero la persecución actual se funda en una complicidad globalizada. Cuando no se la persigue expresamente, hasta la sangre, se la ignora, se la arrincona; la difamación se descubre en la boca de ignorantes e insignificantes periodistas de barrio, y más dañinamente en la de los grandes, por supuesto, que cuentan con un poder abusivo de comunicación. El obispo que ama a la Iglesia no puede ceder, por más ‘cultura del encuentro’ que se proponga promover. No se escamotea la verdad, no se transige con la mentira o el acomodo. Comprendo perfectamente que esa fidelidad no es una dote mía , sino un don. Ipse fidelis. Si somos infieles, Él es fiel, porque no puede renegar de sí mismo (2 Tm 2, 13)».
Festejos oficiales, el 21 de abril
El viernes 21 de abril (en la octava de Pascua), a las 19, se celebrará la Santa Misa arquidiocesana de acción de gracias, en la Catedral; de la que participarán, además, varios obispos argentinos. Se invitó a toda la feligresía de esta Iglesia particular; a los sacerdotes, religiosos, consagrados y laicos en general.
Posteriormente, a las 21, se servirá una cena fraterna arquidiocesana en el camping del Sindicato de Obras Sanitarias de Buenos Aires (SOSBA), en calles 31 y 128, de Villa Catella, Ensenada. El encuentro será, también, este año, de pascueta (tradicional encuentro fraterno de sacerdotes, luego de la Pascua). Las tarjetas ya se pueden adquirir en las parroquias, y en la curia arquidiocesana, calle 14 Nº 1009.
En un comunicado que firmaron los Obispos auxiliares de La Plata, Mons. Nicolás Baisi, y Mons. Alberto Bochatey, OSA, se destaca que “queremos darle gracias al Señor por su lúcido, valiente y fecundo ministerio episcopal; primero como Obispo auxiliar de Buenos Aires y, luego, como Arzobispo de La Plata. Además, en este Año Vocacional Arquidiocesano pensamos que este aniversario constituye un testimonio valioso de la vocación del pastor, al servicio de toda la comunidad eclesial”.
Biografía
Mons. Aguer nació en Buenos Aires, el 24 de mayo de 1943, y su parroquia de origen es Santa María Goretti, del barrio de Mataderos. Fue ordenado sacerdote el 25 de noviembre de 1972. Elegido por el papa San Juan Pablo II Obispo Titular de Lamdia y Auxiliar de Buenos Aires, el 26 de febrero de 1992; recibió la ordenación episcopal el 4 de abril de 1992, de manos del Cardenal Quarracino. Fueron sus coconsagrantes el entonces Arzobispo de Tucumán, Mons. Horacio Alberto Bózzoli, y el entonces Obispo de San Miguel, Mons. José Manuel Lorenzo. Promovido a Arzobispo Coadjutor de La Plata el 26 de junio de 1998, tomó posesión de su cargo el 8 de septiembre de ese año.
Es Arzobispo de La Plata, por sucesión, desde el 12 de junio de 2000. El 29 de junio de ese año, en la solemnidad de San Pedro y San Pablo, San Juan Pablo II le impuso el palio que distingue a los Arzobispos metropolitanos.
En la Conferencia Episcopal Argentina fue miembro de la Comisión Permanente y presidió la Comisión de Educación Católica. En la Santa Sede ocupó importantes cargos, como consejero de la Pontificia Comisión para América Latina, miembro de la Pontificia Comisión para los Bienes Culturales de la Iglesia y del Consejo Internacional para la Catequesis. El papa Benedicto XVI lo nombró miembro del sínodo de la Nueva Evangelización, que tuvo lugar en Roma, en octubre de 2012.
Es Miembro Honorario de la Pontificia Academia Romana de Santo Tomás de Aquino; Gran Prior para la Argentina de la Orden del Santo Sepulcro de Jerusalén y Capellán Conventual ad honorem de la Soberana Orden Militar de Malta.
Ha publicado diversos libros sobre fe y cultura; el último de los cuales, “Naturaleza humana y teoría de género”, tuvo una notable repercusión nacional e internacional. Posee, además, una vasta experiencia en los medios de comunicación social; con una columna televisiva semanal, en “Claves para un mundo mejor”, y la conducción de un programa radial en Radio Provincia de Buenos Aires. Sus artículos de opinión son publicados, periódicamente, por el diario “El Día”, de La Plata.
Mensaje del Papa Francisco
El Santo Padre Francisco envió una afectuosa carta a Mons. Héctor Aguer, por sus 25 años de episcopado.
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