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Gómez Doeswijk: familia numerosa, al servicio de la Vida.

 

Oscar, su esposa Rita, y sus cinco hijos: Francisco Javier, Trinidad María Isabel, Mercedes María Pía, Ignacio José María y Gaspar Bautista.

 

Junto a otros padres, «Haciendo Familia».

 

La alegría de los niños en la Iniciación Cristiana.

 

Siguiendo con nuestra serie de artículos en adhesión al Año Vocacional Arquidiocesano, publicamos seguidamente el testimonio de una familia numerosa de nuestra Arquidiócesis, con padre, madre y cinco hijos. Nos referimos a Oscar Gómez, de 34 años, casado con Rita Doeswijk, de 37; y a sus hijos, Francisco Javier, de ocho años; Trinidad María Isabel, de siete; Mercedes María Pía, de seis; Ignacio José María, de cuatro; y Gaspar Bautista, de dos.

Oscar y Rita se casaron el 1º de marzo de 2008, en el monasterio benedictino de Los Toldos; localidad de donde es oriunda Rita. Ella viene de una familia de origen holandés, que se instaló en el país en 1948; y que desde entonces se dedica a la lechería y la fabricación de quesos. Su abuelo, Cornelio Doeswijk eligió Argentina por ser un país católico; y con su esposa y once hijos, desembarcaron en nuestra tierra. El padre de Oscar también procede del ámbito agropecuario, en la provincia de San Luis. En ambos esposos, entonces, el amor por la naturaleza y el aire puro viene de sangre

Un noviazgo surgido en el apostolado

Luego de finalizar el secundario en su pueblo natal, Rita fue a realizar sus estudios universitarios a Capital Federal. Eligió Licenciatura en Terapia Ocupacional, en la Universidad de Buenos Aires; y en los primeros tiempos estuvo en una residencia para estudiantes de las Hermanas Trinitarias, en el barrio de Núñez, cerca de la Parroquia Santísima Trinidad. Allí comenzó a participar en Acción Católica.

Oscar, por su parte, finalizado su secundario en un colegio de formación técnica, comenzó a experimentar un proceso de conversión a la fe, en la que sus padres lo bautizaron. Gracias al fútbol, y a los jóvenes de Acción Católica de la parroquia Santísima Trinidad, de Núñez, tuvo la alegría de regresar a Casa… Y en ese clima parroquial, y de apostolado juvenil, comenzó la amistad entre Rita y Oscar.

Fueron creciendo y compartiendo, primero como amigos, y después como novios, en un intenso apostolado en el ámbito provida. Los encuentros de mujeres autoconvocadas, las charlas de formación, y las manifestaciones públicas en defensa de la Vida y la Familia, impregnaron en sus vidas un sentido firme y claro de la familia que querían formar. Y, luego de poco más de cuatro años de noviazgo cristiano, se unieron en el Sacramento del Matrimonio.

Vivieron sus primeros años como nueva familia en Capital Federal; en medio de crecientes dificultades económicas. Oscar se desarrolló en el rubro de sistemas informáticos, en relación de dependencia, pero las condiciones y estabilidad laboral del rubro eran muy precarias. Rita por su cuenta seguía trabajando como terapista ocupacional.

El don de los seis hijos

El 8 de febrero de 2009 nació Francisco Javier, el primogénito. La familia siguió creciendo con el nacimiento de Trinidad María Isabel, el 31 de mayo de 2010; y con Mercedes María Pía, el 23 de septiembre de 2011.

Las crecientes necesidades hicieron que Oscar cambiara de rubro. Y se iniciara en la venta de quesos.

Si bien en estos primeros años de matrimonio fue difícil poder sumarse o llevar adelante un apostolado, nunca se separaron de la oración diaria, de la misa dominical y, alguna que otra celebración entre semana. Y, por supuesto, de la educación de sus hijos en la fe. Comenzaron a fomentar, así, encuentros con otros matrimonios amigos, que compartieran los mismos valores.

El 20 de marzo de 2013 nació Ignacio José María. Ya eran papá, mamá y cuatro hijos.

Llegada a nuestra Arquidiócesis

Rita y Oscar, desde el tiempo del noviazgo, pensaban que con la formación de la familia, lo mejor sería ir a vivir en las afueras de la ciudad; para tener un poco de espacio verde. Y que los niños crecieran en un ambiente más natural y sano.

Recuerda, al respecto, Oscar que “la idea no fue errónea, ya que como familia experimentamos esa hostilidad que hay hacia la familia – y, sobre todo, a la familia numerosa- en la gran ciudad. No solo por las molestias que ocasiona, sino también por la forma de vida consumista, que se imprime en las grandes metrópolis”.

Por su parte, Rita se había embarcado, por encargo del entonces rector de la Universidad Católica de La Plata (UCALP), Prof. Rafael Breid Obeid, en la creación de la carrera de Licenciatura en Terapia Ocupacional, en la Facultad de Ciencias Médicas de dicha Universidad. Se iniciaba, así, el desembarco en La Plata. Rita y Oscar se pusieron en contacto con otra familia numerosa de Villa Elisa; y fue así como el 31 de enero de 2015 se instalaron definitivamente allí.

Rita explica que “fueron días de muchas dificultades y, por cierto, de mucha felicidad. Finalmente, podíamos empezar a compartir con otras familias numerosas; y darles a nuestros hijos un adecuado ambiente católico de formación. Yo estaba embarazada de Gaspar Bautista, que nació el 14 de mayo de ese año. Y la llegada del quinto de la ‘dinastía’ nos encontró rodeados de un ambiente mucho más saludable: habíamos pasado de misas, en Florida, donde los únicos niños eran los nuestros, a misas en la parroquia San Luis Gonzaga, llenas de familias numerosas”.

Desde entonces, además de participar en la parroquia de su barrio, los fines de semana realizan apostolado en las parroquias Sagrado Corazón de Jesús, y Santos Mártires Inocentes, de Cambaceres, Ensenada. Allí sus niños están preparándose para completar los sacramentos de la Iniciación Cristiana; y ellos están a cargo del grupo Haciendo Familia, un apostolado especial para los papás de los niños de catequesis. “En este espacio –señalan- compartimos la alegría de la fe; y las dificultades propias de ser padres, hoy, en una sociedad huérfana. Por eso, estamos convencidos de que solo con oración, estudio y compromiso se puede intentar ser fieles a Cristo y a su amada Iglesia”.

Palabras de apoyo de Mons. Aguer

Oscar comenta que “otro de los regalos que Dios nos hizo en este 2017 fueron las palabras de apoyo que nuestro Arzobispo, Mons. Héctor Aguer, nos dirigió en la última peregrinación arquidiocesana a Luján. Habíamos terminado de rezar el Rosario, en la cripta del santuario, y mientras me daba palmadas paternales en la espalda, me dijo: ‘Oscar, no te preocupes por las cuestiones materiales. Que Dios te mande todos los hijos que Él quiera. Vos seguí trabajando para Él, la Iglesia y tu familia; y nunca pero nunca les va a faltar nada’…”

Hace pocos días, Rita perdió el embarazo de Luján, en las diez semanas de su gestación. El dolor por la niña que no pudo nacer fortaleció en la oración y la entrega mutua a padres e hijos. Los niños rezan por su hermanita; y le piden a la Virgen por su eterno descanso, y por el rencuentro definitivo.

Oscar y Rita eligieron para la educación de sus hijos el sistema de Escuela en Casa. Y ello, también, los ayuda a profundizar los vínculos con otras familias de la zona; que adoptaron idéntica metodología.

¿Cuál es la receta, entonces, para buscar ser felices? Responden, inmediatamente, y sin dudarlo: “Para la felicidad temporal, y como inversión para la felicidad eterna, no hay otro camino que centrar la vida en Cristo. Es la única forma para poder superar todos los obstáculos, en este momento histórico en el que la vida y la familia están siendo tan ferozmente atacadas; de manera sistemática y organizada”.

Concluyen, entonces, que “más que nunca, la Iglesia necesita de matrimonios consagrados auténticamente a Cristo; que busquen la santidad, y sean sal en este mundo huérfano del Amor de Dios. Confiamos, en este sentido, que este Año Vocacional Arquidiocesano dará muchos frutos. Para alabanza y gloria de Dios Padre; y amante de la Vida y la familia…”

El ejemplo de esta familia católica, generosa en la comunicación de la vida, es particularmente significativo y valioso en la actualidad. Como es sabido, organizaciones internacionales promueven la antinatalidad con el pretexto de custodiar el medio ambiente: más hijos, más habitantes, más emanación de carbono… Este es el falaz argumento que emplean.

Otra es la doctrina de la Iglesia Católica. El año próximo se cumplirá medio siglo desde la publicación de la encíclica del Beato Pablo VI Humanae vitae tradendae, en la que el gran pontífice reprueba los métodos artificales de control de la natalidad. La Iglesia no podrá jamás cambiar esta enseñanza, que expresa la ley natural y el orden querido por el Creador, a la vez que la tradición eclesial.

 

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