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“El mundo nos está pidiendo vida consagrada, testimonios urgentes”

 

Las congregaciones religiosas asistieron a la misa por el Día de la Vida Consagrada.

 

 

El Obispo auxiliar de la Arquidiócesis de La Plata, Mons. Alberto Bochatey O.S.A, presidió en la mañana del sábado 7 de septiembre y en la capilla Ntra. Sra. de los Dolores (Iglesia Catedral), la celebración de la Eucaristía por el Día de la Vida Consagrada, donde las religiosas y religiosos de las diversas congregaciones hicieron la renovación de sus votos.

En un marco de profunda reflexión sobre la vocación misionera y de servicio, Mons. Bochatey se dirigió a ellos en una homilía que ahondó sobre la verdadera esencia de la Vida Consagrada.

El obispo reflexionó sobre la necesidad que tiene actualmente el mundo que nos “está pidiendo la  Vida Consagrada, testimonios urgentes, porque el mundo está viviendo cada vez más sin Dios”.

Asimismo, Mons. Bochatey recordó que “como lo ha dicho también la iglesia en distintos documentos, hemos cambiado de época, donde ya no nos sirven algunas cosas que sí nos servían antes”.

Lo que sucede es que “no sabemos cambiar o cambiamos las cosas muy superficiales y no nuestro corazón, verdadero lugar donde la gente puede percibir en nosotros y conocer a través de nosotros a Jesús, la santidad, la gracia, y hacia dónde va el mundo y la iglesia de hoy”.

Asimismo, el obispo reafirmó que “tenemos que enamorar a la gente de aquellas cosas que dan alegría a Dios, aquellas cosas de las cuales Dios nos ha dicho que tenemos que hacer; como es el amor hacia Él y hacia el hermano, el perdonar, la misericordia, el anunciar la Palabra a todos, de vivir las cosas que son verdaderamente auténticas del Cristo vivo.

Respecto a cómo “revivir profundamente nuestros votos (pobreza, castidad y obediencia)”, Mons. Bochatey enfatizó en que “debemos, en el mundo de hoy, ir testimoniando claramente la unidad en la familia religiosa, en la familia de Dios”.

Por su parte, se refirió también a aquellas mujeres que “tal vez piensan que para ser verdadera mujer se debe terminar con la religión”, al tiempo que ponderó la imagen de María como “la mujer de las mujeres”. “Hay que recordar que en nuestra fe, la primera persona después de Dios, Jesucristo que es Dios hecho hombre, viene una mujer, María”.

En la oportunidad, además, Mons. Bochatey recordó que fueron “las religiosas las primeras revolucionarias del mundo de la mujer”. “La primera organización autónoma de mujeres independientes y productiva fue la vida consagrada, siglo IV y no existía organización independiente de mujeres en el mundo, sino los monasterios y conventos, que hoy llamamos ‘vida religiosa’ y que empezó con San Agustín”.

En otro de los puntos destacados de la homilía, el obispo pidió observar detenidamente “la necesidad de vivir intensamente nuestra vida consagrada, ustedes como mujeres y los varones como varones y no como feministas o como machistas, sino como femeninas y masculinos, que es muy distinto”. “Tenemos que poder decirle al mundo que se puede ser mujer plena amando a Dios”.

También, Mons. Bochatey manifestó que “hay que saber escuchar a Dios que nos habla de forma profunda y tener una sensibilidad, no digo sentimiento, sino sensibilidad de saber percibir que Dios nos habla”, y prosiguió: “No debemos tener miedo de recibir a María, debemos recibirla y a través de su sabiduría, resolver las dificultades de la vida”.

“¿Cuál es la palabra que nos mueve verdaderamente para salir y decirle al mundo, ésta es nuestra vida consagrada, así somos nosotros, los consagrados en la unidad de la Iglesia?, porque el Verbo es uno solo, la Palabra es una sola, la Iglesia es una sola”, se preguntó y argumentó el obispo.

En ese sentido, aclaró que por más exenciones que puedan tener las Ordenes, Congregaciones e Institutos que existan, “no se está exento de la Iglesia y mucho menos de la unidad de la misma”. Y sobre esto, el obispo advirtió: “Ojo con nuestros ‘juegos legales’ y no con nuestros ‘juegos del espíritu’, porque si algo rompe la unidad, seguro que no es de Dios.  Por esto cuando renovemos nuestros votos y compromisos, hagámoslo con profundo sentido de consagración mariana”.

 

 

Mons. Bochatey alentó a dar un “testimonio convincente, no tanto por el contenido de mis palabras, sino por la santidad de mi vida. “Debemos estar renovados plenamente pero con mi santidad, con la sonrisa del alma y de la cara; no solo con los papeles y las leyes”, instó el obispo, quien bregó porque nuestra vida “sea indiscutida y ejemplar, no digo perfecta porque ¿quién puede decir perfecto?, pero sí testimonio, sí santidad y esfuerzo”.

En cuanto al espíritu misionero, el obispo aseguró que “hoy la Iglesia nos está presentando desafíos inmensos, porque el mundo también lo está haciendo y por eso no podemos dar por presupuesta la Fe”. En relación a ello, recordó las palabras del Papa Francisco cuando menciona una y otra vez sobre las “periferias existenciales”, que “no son una búsqueda conceptual, son una realidad humana”.

Sobre el final, Mons. Bochatey entregó un mensaje de esperanza y convicción de empezar “por lo elemental, por querernos y cuidar a nuestros ‘viejitos y viejitas’ de la vida consagrada, cuidar nuestras vocaciones y nuestras relaciones interpersonales”.

“Lo más importante de hoy es transmitir toda esa alegría que sentimos en el corazón por la Vida Consagrada”, comentó el obispo, que finalizó con el deseo de “poder vivir todo aquello que Dios nos ha regalado en la Vida Consagrada: ser novicios y novicias eternos, renovándonos en la profesión con esa ilusión verdadera”.

Luego, las religiosas y religiosos procedieron a hacer la oración de renovación de sus votos y finalizada la Misa, compartieron un sencillo ágape.

 

 

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