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El Clero de la Arquidiócesis de La Plata realizó un retiro espiritual y de forma virtual

Este martes 7 de Julio, presididos por el Arzobispo Víctor Manuel Fernández, el clero de la Arquidiócesis de La Plata realizó un retiro espiritual y de forma virtual.

La jornada, que estuvo dividida en dos momentos de oración simultánea, comenzó con unas palabras de Mons. Fernández hacia todos los miembros del clero, a quienes agradeció por su predisposición y esfuerzo que vienen realizando para ayudar “al pueblo de Dios” en este tiempo de pandemia.

Asimismo, el Arzobispo señaló: “Queremos hacer este retiro juntos para pedirle a Dios todo su poder, su ayuda, su gracia, en este tiempo que estamos viviendo”, remarcando que puede ser, justamente, “un tiempo de mucho crecimiento”.

Dentro de la jornada, Mons. Fernández reflexionó acerca de los dos momentos de oración:

Por un lado se refirió a la Súplica, expresando que mucha gente piensa o  considera  que solamente alabar o meditar son formas válidas de oración y que la súplica es una oración de gente pobre o que pedir es cosa de gente menos formada. “Sin embargo nada de eso aparece en la Palabra de Dios ni en la tradición de la Iglesia”, señaló.

En ese sentido, Mons. Fernández recordó a Santo Tomás, quien decía que la oración significa petición. “Él está identificando las dos cosas”, indicó.

¿Por qué?, porque la súplica está fuertemente relacionada con un espíritu de confianza. “Lo que separa lo que es un espíritu secularizado de un espíritu confiado en Dios, es que el que confía suplica. El que no confía se las quiere arreglar solo, con sus cálculos, previsiones y capacidades, Dios no entra allí”.

Sobre eso, el Arzobispo pidió junto al clero que “tratemos de recuperar este espíritu profundamente piadoso que confía y suplica porque cree que Dios existe, cree que Dios ama y cree que Dios actúa”. “Si cree esas tres cosas suplica con toda el alma. Creemos que Dios tiene amor y poder para ayudarnos y por eso pedimos”, agregó.

Además recordó que la súplica se convierte en el canal por donde llega la bendición, la fuerza de Dios, la solución a nuestros problemas. Porque Dios mismo ha querido someter la concesión de algunos bienes a nuestra confianza suplicante. La súplica, al mismo tiempo, alimenta ese espíritu que confía y se somete a Dios.

Respecto al segundo momento de oración, Mons. Fernández se refirió a la Intercesión, a la cual definió como la “oración tan típica de un pastor que intercede todos los días por su pueblo”.

Y aclaró que “sin embargo, muchas veces hay sacerdotes que pierden el hábito de interceder y puede ser porque su fe en Dios está floja o porque aflojó el amor a la gente, la sensibilidad frente a los problemas ajenos”.

“La intercesión justamente cuando uno la recupera alimenta esas dos cosas, ese corazón del pastor confiado en Dios y lleno de cariño por su pueblo”, subrayó Mons. Fernández, al tiempo que destacó que “la intercesión ha sido siempre muy valorada en la historia de la espiritualidad, porque el amor al hermano abre el corazón y eso le hace más espacio a Dios en la vida de uno, para que la gracia de Dios pueda actuar más eficazmente todavía”.

En esa línea, recordó que “el amor al prójimo que uno expresa en la intercesión ayuda a conocer a Dios, porque Dios es amor. Por lo tanto es importante dedicarle tiempo a la intercesión, poniendo en la presencia de Dios rostros y nombres”.

 

 

 

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