Curso para acompañar el bien morir, y Hospice Inmaculada La Plata.
El próximo martes 22 dará comienzo en la Catedral de La Plata, el curso anual de encuentros semanales Cómo acompañar el bien morir, que organiza el Equipo Arquidiocesano de la Salud. El mismo tendrá lugar todos los martes, de 18 a 20, en 51 entre 14 y 15, y está dirigido a cuidadores domiciliarios, profesionales de la salud, familiares, voluntarios de hospitales e interesados en sumarse al proyecto Hospice.
El proyecto formativo incluye: Curso introductorio, realidad del enfermo terminal, relación de ayuda, fundamentos antropológicos, espiritualidad, trabajo interdisciplinar, cuestiones bioéticas, y prácticas pastorales. El arancel mensual será de cien pesos, y habrá becas.
Para mayores informes e inscripción dirigirse, lunes y miércoles, de 8.30 a 10.30, al (0221) 450-1361. O al correo electrónico: hospiceinmaculadalaplata@gmail.com, o al sitio de facebook: Pastoral de la salud. Arq. La Plata.
Morir en la ternura
Hace poco más de un año, el Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, impulsó el Proyecto Hospice, como respuesta a una necesidad concreta de los enfermos que se encuentran atravesando la etapa final de la vida. Con ese fin, dio precisas instrucciones al Equipo Arquidiocesano de Pastoral de la Salud, cuyo encargado y asesor es el Obispo auxiliar de La Plata, Mons. Nicolás Baísi. Y que se integra, además, con los padres Fernando García Enríquez y Gustavo Ramos; la Hermana Beatriz Gadea, Hija de la Misericordia, enfermera miembro de la comunidad religiosa del Hospital San Juan de Dios, y la Hermana Gabriela Oviedo, licenciada en Enfermería, canossiana miembro de la comunidad religiosa que está en el Hospital Italiano.
Según se informó desde dicho equipo, «mediante un método propio Hospice y Cuidados Paliativos, se proponen ofrecer cuidados integrales a aquellas personas que están próximas al momento de su muerte, por la evolución de una enfermedad incurable o por progresión natural de su envejecimiento. Se acompaña al paciente y a su familia, ya sea en una casa destinada a tal fin así como en el domicilio de los enfermos, o en hospitales y clínicas; y los cuidados se realizan por un equipo integrado por voluntarios y profesionales de diversas áreas, que atienden las distintas dimensiones de la persona, brindando acompañamiento y cuidados competentes y compasivos, nacidos desde el amor y la caridad».
Se aclaró, igualmente, que «la idea central de hospice es la de proveer el ambiente adecuado para un bien morir. Por eso es visto no como una institución, sino como un programa integral de servicio médico, psicológico, social y espiritual que provee a las personas diagnosticadas con una enfermedad terminal, la oportunidad de vivir con dignidad cada momento de sus vidas».
Equipo de profesionales y voluntarios
Los cuidados que se brindan son prestados por un equipo interdisciplinario de profesionales y voluntarios, lo que constituye una respuesta concreta y activa. Y el abordaje es desde una mirada integral, humanizada, singular; infundiendo contenidos éticos en cada acto profesional e institucional, e integrando sin prejuicios las múltiples dimensiones del ser humano, físico-psíquico-social y espiritual. El equipo profesional y voluntarios de hospice, el paciente y sus allegados se ponen de acuerdo para usar conjuntamente sus energías y voluntades, con la intención de asegurarse que cada paciente viva cada día de su vida con tranquilidad y dignidad.
El enfermo, su familia y entorno
Cuando una persona padece una enfermedad avanzada e incurable, sus seres queridos también sufren. Por esta razón es que el Hospice acompaña a los enfermos y a su familia como una unidad.
La realidad compleja de la persona muriente y su familia, requiere las habilidades diversas de un equipo que se esfuerza por:
– Escuchar al enfermo en sus necesidades existenciales; atender a sus necesidades desde sus recursos espirituales, en este particular momento existencial que representan la enfermedad y la proximidad de la muerte; acompañar a la familia a vivir el dolor que suscita la enfermedad de su familiar y el duelo ante la muerte.
El propio Papa Francisco recordó la doctrina tradicional de la Iglesia, recogida en el punto 2278 del Catecismo de la Iglesia Católica: «la interrupción de tratamientos médicos onerosos, peligrosos, extraordinarios o desproporcionados a los resultados puede ser legítimo. Interrumpir estos tratamientos es rechazar el ‘encarnizamiento terapéutico’. Con esto no se pretende provocar la muerte; se acepta no poder impedirla».
La cuestión clave es ni dejar, ni hacer morir; solo se trata de permitir morir, en paz, sin sufrimiento, sin asaltos tecnológicos que se apropian del cuerpo, desentendiendo el verdadero sentido de dignidad. La promoción de los cuidados paliativos es un imperativo moral, ya que constituye una “forma privilegiada de la caridad desinteresada” (Catecismo, 2279).
Ya el Beato Juan Pablo II, que será canonizado el próximo Domingo 27 de abril, había subrayado en la encíclica Salvifici doloris, en su punto 29, «El hombre debe sentirse llamado personalmente a testimoniar el amor en el sufrimiento. Las instituciones son muy importantes e indispensables; sin embargo, ninguna institución puede de suyo sustituir el corazón humano, la compasión humana, el amor humano, la iniciativa humana, cuando se trata de salir al encuentro del sufrimiento ajeno».
Hospice Inmaculada La Plata
Una casa perteneciente a Caritas será el lugar para hospedar a enfermos terminales que no puedan ser cuidados en sus casas, o para brindar alojamiento transitorio a pacientes cuyas familias han claudicado en el cuidado. Se hospedarán para descansar, recibir el control de sus síntomas, y el apoyo espiritual y emocional que necesiten; acompañándolos a encaminarse al momento sagrado y vital de toda persona humana que es morir. La casa necesita ser restaurada y habilitada para tal fin, por eso se solicita la colaboración de toda la comunidad platense.
Los voluntarios son las columnas que sostienen el Hospice, y acogen al igual que en una familia con amor compasivo y misericordioso al enfermo terminal en ese tramo sagrado de la vida, con una honda vocación de servicio. Al donar su tiempo donan vida. Su misión es enriquecer las tareas compartidas con alegría y calidez, de acuerdo con su carisma, contando con el acompañamiento y la contención permanente del trabajo en equipo. Reciben orientación y entrenamiento para el cuidado compasivo y competente que define a la filosofía Hospice.
Es una vocación que requiere amor íntegro y gratuito, voluntad de servicio, compromiso y capacitación.
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