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Cumplió 95 años Mons. Ponferrada, decano del clero platense.

Mons. Gustavo Eloy Ponferrada (Seminario Mayor San José, 19 de septiembre de 2017).

 

Como siempre, bajo la protección de San José.

 

En una Misa en la Iglesia del Seminario (1982).

 

Mons. Ponferrada al recibir la Estatuilla ‘Padre Leonardo Castellani’,
en la III Exposición del Libro Católico en La Plata, el 29 de octubre del año 2001.

 

Mons. Ponferrada al agradecer la estatuilla ‘Padre Leonardo Castellani’,
de la Exposición del Libro Católico en La Plata (2001).

 

Mons. Gustavo Eloy Ponferrada, decano del clero platense, cumplió 95 años este martes 19. Rodeado del afecto de tantos discípulos, fue homenajeado con un almuerzo fraterno, en el Seminario Mayor San José de La Plata, donde reside desde hace varias décadas.

Mons. Ponferrada nació en Buenos Aires el 19 de septiembre de 1922, y fue ordenado Sacerdote, en Morón, el 25 de septiembre de 1949. Obtuvo la Licenciatura en Filosofía, en la Facultad de Filosofía de la Universidad Santo Tomás de Aquino, de Roma, el 21 de octubre de 1950. Y el Doctorado, en la misma Universidad, el 13 de junio de 1952.

Es miembro de la Pontificia Academia Santo Tomás de Aquino, de Roma, desde 1986; miembro correspondiente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, de Madrid, desde 1987; miembro de número de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas de la República Argentina, desde 1989; y miembro correspondiente de la Academia Chilena de Ciencias Políticas y Morales, de Santiago de Chile, desde 2005. Miembro de la Sociedad Tomista Argentina, desde 1960, fue su presidente entre 1974 y 2012.

Entre sus títulos eclesiásticos se destacan: Canónigo Titular del Cabildo Metropolitano de La Plata (15 de noviembre de 1982); Arcipreste del Arzobispado de La Plata (20 de mayo de 1986); Juez Adjunto del Tribunal Eclesiástico Arquidiocesano, entre el 2 de junio de 1986 y el 9 de mayo de 1991; y Juez Titular de dicho tribunal, a partir de esa fecha. El 12 de agosto de 1992, San Juan Pablo II lo designó Prelado de Honor de su Santidad el Papa.

Fue miembro fundador de la Sociedad Internacional Tomás de Aquino, en Roma, en 1974; y de la Sociedad Argentina de Ciencias de la Educación (SACE), en 1973. Integró, igualmente, otras instituciones, como la Sociedad Católica Argentina de Filosofía; la Asociación Católica Interamericana de Filosofía, con asiento en San Pablo, Brasil; el Centro de Estudios Pedagógicos Universitarios de la Universidad Notarial Argentina; la Sociedad Argentina de Historiadores; el Instituto Belgraniano Bonaerense; el Instituto Bolivariano Bonaerense; y el Instituto Browniano Bonaerense.

 

Cargos académicos

 

Fue rector de la Universidad Católica de La Plata, desde el 5 de abril de 1986 al 8 de julio de 1988. Y miembro del Consejo de Rectores de Universidades Privadas Argentinas, desde el 18 de abril de 1986 al 15 de junio de 1988.

Dirigió el Departamento de Filosofía y Ciencias de la Educación del Instituto del Profesorado “Mons. Terrero”, de La Plata, entre 1963 y 1994. Y fue Director de Estudios del Profesorado en Filosofía y Pedagogía del Instituto del Profesorado del Seminario Mayor San José de La Plata, entre 1968 y 1987. En el Seminario fue, también, vicerrector del Instituto del Profesorado, entre 1982 y 1983; director del Departamento de Filosofía y Ciencias de la Educación, entre 1982 y 1986; y Rector y Director de Estudios, entre 1984 y 1988.

 

Docencia universitaria

 

Fue profesor adjunto de Metafísica en la Facultad de Filosofía de la Universidad Católica Argentina, entre 1971 y 1973; y profesor adjunto de Historia de la Filosofía Medieval, en la misma facultad, entre 1973 y 1976. En la Universidad Católica de La Plata, fue profesor titular de Filosofía Social y de Antropología Filosófica, en la Facultad de Ciencias Sociales. Y de Lógica I, y de Historia de la Filosofía Antigua, en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.

Dictó cursillos sobre Filosofía del Ser, Filosofía de la Historia, Filosofía del Cosmos, Concepción del Hombre y Filosofía de la Historia, en distintas instituciones nacionales, y del exterior. Y participó en numerosos congresos internacionales de filosofía tomista y de ciencias de la educación.

Entre sus obras publicadas figuran su tesis doctoral «Función de la Subjetividad en la Constitución de la Metafísica», dell’ Anima, Roma, 1952. Y su muy difundida «Introducción al Tomismo», publicada originalmente por EUDEBA, en 1970, y con numerosas rediciones.

Se destacan, también, «San Justino Filósofo y Mártir» (publicada en 1978 y en 1999, por la Fundación Instituto de Teología de La Plata, y la Fundación Santa Ana, respectivamente); «San Basilio Magno» (Fundación Instituto de Teología de La Plata. 1982) y «San Gregorio Taumaturgo» (Fundación Santa Ana. 1999).

 

Vitalidad y sentido del humor inalterables

 

Por cierto estas características no figuran en su amplísimo currículum. Pero su vitalidad y sentido del humor inalterables hacen a la propia esencia de Mons. Ponferrada.

Aun muy limitado en su andar, y trasladándose en silla de ruedas, hasta hace muy pocos meses dio clases a los seminaristas; especialmente, a los del curso Introductorio o Propedéutico. Ante sus crecientes dificultades de salud, dejó sus cátedras en manos del padre Diego Bacigalupe, también Doctor en Filosofía, y director del Propedéutico.

Una y otra vez decía, con una sonrisa, que el Seminario fue su único destino. Y que, en su documento de identidad solo figuraba el domicilio de su casa natal, y el del propio Seminario.

En el Seminario, su casa de toda la vida, sigue viviendo; rodeado del afecto y la admiración de superiores, directores espirituales, formadores y seminaristas. Participa, todavía, de las grandes celebraciones. Y, aunque está la mayor parte del tiempo en su habitación, llegan hasta él, una y otra vez, seminaristas y sacerdotes para renovarle su cercanía y gratitud.

En este Año Vocacional Arquidiocesano, su vida y su sacerdocio son un verdadero testimonio para las nuevas generaciones. Una muestra clara de la gracia de Dios, en un Sacerdote que no guardó para sí ninguno de los talentos que, el Señor, le dio con generosidad.
 

 

 

 

 

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