Nuevo homenaje a Mons. Schoeffer, a tres años de su fallecimiento.
Con bufanda, aun con calores tropicales…
El cuadro de homenaje que le hicieron los seminaristas, lo muestra a Mons. Schoeffer sonriente, y con su infaltable bufanda; que llevaba aun con calores tropicales… «La llevaba todo el año -dijo, entre sonrisas, su hermana-. Nunca decía tener frío o calor. Lo cierto es que, como andaba de aquí para allá, jamás conocía qué temperatura lo iba a encontrar».
Un seminarista de primer año de Teología, en su hora, subrayó que «estamos muy contentos con este reconocimiento, en esta sala. Aquí, su conocido ¡chamigo! -que había aprendido como misionero en Corrientes- fue su invariable saludo, y carta de presentación».
Otro compañero reveló que «para nosotros fue un verdadero padre y un auténtico modelo sacerdotal. Un pastor incansable, cuyo mejor discurso fue la propia acción. No ahorraba tiempo, ni recursos, ni medios espirituales y materiales, para ayudar a todo el mundo. Y no se avergonzaba de llegar a sus múltiples destinos como fuese…».
Otro de sus admiradores, en este caso de la diócesis de Puerto Iguazú, dijo que «yo ingresé al Seminario dos meses después de su muerte. Pero pronto, al escuchar tantos y tantos elogios sobre él, me interesé por su figura. Hoy le pido al Señor que, por su intercesión me guíe en este camino, que acabo de comenzar».
Asimismo, otro joven, de tercero de Filosofía, sostuvo que «la Iglesia, como Madre y Maestra, tiene sabiamente sus tiempos, plazos y formas. Ojalá, entonces, que cuando sea factible se inicie en San Isidro (su diócesis de origen), el proceso para su eventual beatificación y canonización».
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