Culminación de la gran misión juvenil arquidiocesana
El Arzobispo Víctor Fernández, junto con Mons. Jorge González, acompañó el cierre de la misión juvenil de verano, que este año se desarrolló en distintos centros de la parroquia María Auxiliadora del barrio Abasto de La Plata.
El párroco, Pbro. Carlos Piris, agradeció a la comunidad parroquial que acogió y acompañó generosamente a los jóvenes misioneros. En un marco de alegría y de fiesta, los coordinadores de la pastoral juvenil celebraron la alegría y la fraternidad que vivieron y reconocieron el trabajo de la parroquia para preparar la acogida de los misioneros en los hogares. Mons. González agradeció también la presencia de religiosas y seminaristas que brindaron su apoyo con humildad y entrega.
En la homilía, Mons. Fernández expresó que quería ofrendar al Señor en la Misa la entrega de los jóvenes misioneros, y explicó que esto «va más allá de lo que ustedes sientan que han podido hacer. Quizás alguno se sienta feliz porque en un hogar ha podido decir palabras bellas y otros se sientan tristes porque no pudieron expresarse bien, pero viene en nuestro auxilio san Pablo que en la lectura de hoy nos cuenta que él llegó a la comunidad de Corinto con pocas palabras, sin saber bien qué decir, tímido y tembloroso. Sin embargo, allí se manifestó el poder de Dios. Por eso ustedes tienen que tener la certeza de que si se entregaron el Señor hará maravillas. Porque cuando te vas de un hogar tu sola presencia ha dejado una pregunta en el corazón de la gente y el Espíritu santo misteriosamente hará su trabajo».
Porque quizás, continuó, «sólo con la presencia física en un hogar hace que una persona diga en su interior: ‘Si este joven sencillo se animó a venir a mi casa para traerme a Dios, ¿no estará Dios llamándome, no será que Dios me quiso decir que está conmigo?’».
Luego, el Arzobispo les recordó: «Chicos y chicas, el Evangelio les dice que ustedes son sal de la tierra y luz del mundo. Y en esta misión ustedes le pusieron un poco de sal y de luz a este barrio. Porque si ustedes se entregaron al Señor, tienen la seguridad de que él ha hecho muchas cosas a través de ustedes. Se derramó sal para dar sabor a las vidas, se derramó luz para que esas vidas tengan otro sentido”.
Seguidamente, Mons. Fernández invitó a los jóvenes a cambiar el mundo con su santidad: “Esto es sólo el comienzo. Hemos empezado a recorrer este año de la santidad, y queremos ser más y más santos para la gloria de Cristo que nos ama tanto. Por eso le pido al Señor que hoy tome la ofrenda de sus vidas, y que a lo largo de este año todos ustedes puedan crecer más y más en la santidad. Si el Señor Jesús hizo un gran cambio en el mundo con 12 apóstoles, cuánto podrá hacer si todos ustedes, este año se vuelven un poquito más santos. Ustedes serán la alegría de la Iglesia y le pondrán un poco de luz a este mundo oscuro”.
Finalmente, el Arzobispo consagró las vidas de los jóvenes al Señor:
“Ofrezco esta Misa por ustedes, pido al Señor que hoy los consagre para él y los impulse con su gracia en este año de la santidad. Lo hago ahora con una pequeña oración. Ustedes repitan “tómame Señor”.
*para poder caminar en tu presencia.
*para vivir con paz en medio de las dificultades.
*para descubrir siempre qué es lo mejor para mi vida.
*para ser tu testigo en el mundo.
*para no perder la alegría.
*para estar cada vez más unidos vos y yo.
*para reconocerte en los hermanos.
*para que mi boca te alabe, mis manos se levanten en adoración, mis pies vayan donde tú me indiques, mi mente piense tus pensamientos y mi corazón esté colmado de tu amor”.
Y culminó: “Señor, te ofrendo con amor a cada uno de estos chicos y chicas. Tómalos en tus brazos, consagra para tu gloria cada día de este año que van a vivir. Penetra con tu luz en su interior, sánalos, fortalécelos, llénalos de tu cariño Señor, para que vivan la alegría de seguirte. Tómalos Señor. Amén”
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