“Alegría y bondad en un mundo violento”
La parroquia “San Juan Bosco” (Don Bosco) de calle 44 en La Plata celebró sus fiestas patronales con la visita del Arzobispo. Al mismo tiempo, se cumplen los 75 años de la presencia de la comunidad salesiana en ese barrio llamada “Casa San Miguel”. En esa gran zona se conformó la Parroquia, el Colegio (jardín, primario y secundario, colegio de adultos y centro profesional), 3 Capillas, 3 Oratorios, y el Batallón de exploradores.
En la homilía el Arzobispo recogió la fuerza de la figura de Don Bosco y ofreció la siguiente reflexión:
“Recordar a Don Bosco es siempre una alegría, porque su figura paterna nos invita a recuperar la esperanza, el optimismo, las ganas de hacer el bien, la alegría. Don Bosco es un modelo del humanismo cristiano que es siempre nuevo y siempre actual. Ese humanismo está muy bien expresado en la lectura de la carta a los filipenses que escuchamos: Estén siempre alegres, y tengan en cuenta todo lo que haya de bueno, de noble y de justo en el mundo. Es aquello que decía un apotegma griego: Soy humano, y nada que sea humano me es indiferente. Don Bosco diría, soy cristiano, y por eso nada que sea humano me es indiferente. No le resultaba indiferente que los niños crecieran sin educación y sin futuro, que los pobres vivieran indignamente, que los enfermos no tuvieran compañía, pero tampoco le resultaba indiferente que faltara la alegría en la vida de la gente, o que los cristianos no siguieran a Jesús con gozo, o que en las comunidades no hubiera amor fraterno, comprensión, perdón. Don Bosco había recogido el humanismo cristiano de San Francisco de Sales, el santo que invitaba a la amabilidad, el buen trato, la paciencia, la santidad en la vida común de todos los días. Cosas que nos faltan tanto en este mundo violento, crispado y nervioso que vivimos hoy. Pero a esa enseñanza Don Bosco la hizo carne. Su propia persona, su vida y su obra se convirtieron en un modelo visible de esa propuesta de vida, y él le agregó una cuota de pasión y de ganas de cambiar las cosas poniendo el cuerpo y el alma. Un santo es en definitiva un pedacito de cielo en medio de las miserias de esta tierra, es un anticipo del Reino de los cielos, y su vida y su entorno es como un signo de ese mundo nuevo que el Señor quiere realizar.En su juventud Don Bosco tuvo uno de sus sueños donde el Señor le hablaba, y le dijo: No con puños sino con amabilidad. Y ese fue un estilo de vida que mantuvo hasta la muerte. Como dice el profeta: Con las espadas forjaran arados. Luchar, trabajar para lograr cosas grandes, pero nunca a costa de la amabilidad, el respeto, el afecto fraterno. En el sueño también escuchó que el Señor le decía que para lograr los grandes proyectos tenía que ir haciéndose humilde y robusto. Las dos cosas al mismo tiempo: humilde para no atropellar, para no despreciar a nadie, para hacerse cercano a todos. Pero no débil, tímido o achicado. No, robusto, fuerte, seguro, con esa seguridad que sólo Dios nos puede dar. Esa preciosa combinación de sencilla y amable humildad con la fuerza y la pasión creativa, eso es Don Bosco, el padre, maestro y amigo de los jóvenes. Muchas gracias a esta comunidad salesiana que se plantó aquí desde hace 75 años y que ha hecho tanto bien con este espíritu de Don Bosco. Felicitaciones en este hermoso día, gracias por tanta entrega, y ofrezco esta Misa por ustedes, para que sigan construyendo el Reino de Dios siempre alegres”.
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