Dos seminaristas platenses recibieron el acolitado
Este sábado 24, en la Misa celebrada en el Seminario San José de La Plata, el Arzobispo Víctor Fernández confirió el ministerio del acolitado a los seminaristas Pablo Álvarez y Ariel Ferrari.
En la homilía, Mons. Fernández destacó que «Cristo es nuestra vida, él es nuestro alimento, él es nuestra fuerza, él es el camino, la verdad y la vida. Cuántas veces hablamos con Cristo como si fuera un recuerdo o un pensador. Pero qué hermoso es estar convencidos de que él vive, y entonces encontrarte con él como quien charla como un amigo que vive, que está, que escucha, que abraza”.
“Tantas veces nuestros ratos de oración se convierten en meras meditaciones, reflexiones sobre temas cristianos, sobre aspectos de la enseñanza de Cristo. Pero qué pocos momentos de oración son encuentro personal, charla tú a tú, apertura para la unión con él», continuó.
Luego, recordó que «la Eucaristía es Jesús, es Él. Ya no es pan, es Él, el Amado, el que escucha, el que te habla, el que te sostiene, el que derrama vida. Es Él. No es una entelequia, un objeto religioso, es mi Amado”.
En tanto, el arzobispo instó a “que el acolitado sea la ocasión para vivir a fondo este encuentro, pero también para comunicar a otros este don tan hermoso».
Al inicio del rito, explicó que «no venimos simplemente a elaborar buenos propósitos, venimos a recibir un don. El rito del acolitado es ante todo una bendición, donde le pedimos a Dios que derrame eso que nos pide, que lo haga posible con su gracia».
Finalmente, advirtió que «la Iglesia siempre, durante toda la historia, enseñó que la Eucaristía es el sacramento del amor fraterno, que alimenta la caridad, la entrega al otro, el servicio, la unidad entre hermanos. Por eso el acolitado exige también que el acólito haga tareas de servicio a los hermanos.El hecho de llevar la comunión a enfermos y ancianos ya expresa ese servicio, pero no basta. Para vivir todo el sentido de la vida eucarística, tenemos que buscar distintas maneras de expresar el rostro cercano y misericordioso de Jesús que se acerca y dice: ¿Qué quieres que haga por ti?”.
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