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Padre Solé: «Los que sufren las drogas, no están de acuerdo con la legalización».

El padre Ariel Solé, en una charla sobre el paco

No a la droga

Fundación Volver a Crear, de Arturo Seguí

El padre Ariel Solé, de la Fundación Volver a crear, de Arturo Seguí, sostuvo que «quienes vivenciaron algunas secuencias del consumo de drogas, no están de acuerdo en que su venta sea legalizada. Considero que su voz es importante a la hora de tomar decisiones ‘estratégicas’ en la lucha contra el narcotráfico».
El sacerdote, que viene realizando una intensa actividad en la Arquidiócesis de La Plata, en la prevención y el tratamiento de adicciones; y que próximamente se hará cargo de un ex hogar de ancianos, de Cáritas, para convertirlo en un hogar de adictas embarazadas, y con niños, dijo que «los jóvenes que se acercan a nuestra institución sufren frustraciones y sufrimientos, altamente potenciados por el consumo de drogas. Ciertamente, el consumo de drogas no constituye la causa de sus males, pero los amplifica».
Agregó que «estas sustancias actúan sacando lo peor de cada uno y ocultando lo mejor. Dicho con otros términos, movilizan los impulsos de destrucción hasta que llegan a comandar a los impulsos de vida y, consecuentemente, generan acciones supeditadas a fuerzas tanáticas (de muerte) y clamando liberación».
Explicó, en tal sentido, que «el consumo de drogas tiene la secuencia, propia de los impulsos, que se caracteriza por ser crónica, progresiva y terminal. Podríamos ilustrar, la ulterior fase del proceso adictivo, como la producción de un nuevo Frankenstein. Recordemos que Frankenstein o el moderno Prometeo, de Mary Shelley, es un texto que trata el reiterado intento de arrebatar el fuego divino, y el lado nefasto del empleo de la ciencia en la destrucción de la vida».
Remarcó, igualmente, que «el inicio en el consumo es perjudicial para la vida, y su secuencia, resulta funesta. En efecto, la persona que consume drogas deteriora sus relaciones familiares y, también, sus estudios, trabajos y anhelos».
Llamó, finalmente, a escuchar con atención a quienes sufren, directamente, el drama de la droga. «En la jerga de la cárcel -concluyó- se les llama arruinapibes a los vendedores de droga. Creo que la expresión es lo suficientemente gráfica, y no deja lugar a ninguna duda».

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