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Ofrenda y tentación

El sábado por la tarde, el Arzobispo Víctor Manuel Fernández puso en posesión como nuevo párroco de La Merced (Ensenada) al padre salesiano Fernando Contarino, quien sucede al padre Francisco De Rito.En la ocasión, el Arzobispo reflexionó en torno a la Palabra de Dios proclamada. Mostró cómo en la lectura del Deuteronomio se habla del fruto de las cosechas e «invita a realizar una ofrenda a Dios, reconociendo que todo nos viene de él, la tierra, la vida, los bienes, las propias capacidades, las propias fuerzas”.Por eso, dijo, “esta ofrenda debe ser un sincero acto de amor, gratitud y reconocimiento. Lo podemos hacer todos cada domingo, ofreciéndole al Señor todo lo bueno que pudimos entregar y expresando nuestra ofrenda en la colecta de la Misa. También lo hace hoy el padre Fernando, ofreciendo al Señor todo lo que ha vivido y entregado en su sacerdocio hasta ahora y pidiendo las fuerzas para iniciar esta nueva etapa».En este mismo texto, remarcó Mons. Fernández, «la persona que va a realizar su ofrenda recuerda su propia historia, recuerda de dónde viene, y reconoce la presencia constante de Dios a lo largo de su vida».Luego, retomando el Evangelio, el Arzobispo explicó el sentido de las tres tentaciones: «La primera (convertir las piedras en pan) es pretender una vida sin piedras, sin obstáculos, sin dificultades, sin desafíos. Eso nos vuelve nerviosos, ansiosos, negativos, porque inevitablemente todos los días y todas las semanas hay algo que no funciona bien, algo que nos rompe los esquemas. Hay que aceptar que la vida es así, como viene, aflojarse y seguir adelante con un espíritu flexible, eso es mucho más sano”.La segunda tentación, continuó, “es la búsqueda de fama, gloria y reconocimientos, y entonces estamos demasiado atentos a lo que dicen de nosotros, a la apariencia, y eso nos vuelve esclavos. Recordemos que la vida es corta, que moriremos y todos se olvidarán de nosotros, y entonces vivamos con más libertad interior”.Finalmente, explicó Mons. Fernández, “está la tentación de tirarse al abismo pretendiendo que Dios nos va a salvar. Así no funcionan las cosas. Porque el Señor nos da todo, nos acompaña y nos ayuda, pero nos dio capacidades para que pongamos algo de nuestra parte. Y si nosotros no ponemos algo, y nos exponemos a los problemas sin necesidad, no podemos exigirle a Dios que nos arregle nuestros líos».Al final de la Misa, el Arzobispo bendijo a la comunidad para que pueda vivir una nueva etapa llena de vida y de fervor misionero.

 

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