En un nuevo aniversario de la muerte de la santa Maravillas de Jesús, las hermanas Carmelitas del Monasterio Regina Martyrum de La Plata solicitaron al Arzobispo que las acompañara en esta celebración.
En la homilía Mons. Fernández recordó algunos aspectos del testimonio de santidad de la Madre:
El mensaje de la Madre Maravillas
En este aniversario de su muerte, el primer mensaje de la vida de la Madre Maravillas es que Dios lo merece todo, que para él es el centro de nuestra vida. Cuando se fortalece esta experiencia del misterio glorioso de Dios todo lo demás palidece. Ella decía: “Cada vez comprendo más la nada de todo lo que no sea Dios”.
Sin embargo, esto no la llevaba a una alienación, a un desprecio de la gente o a ignorar los sufrimientos que hay en esta tierra. Porque ella también se preguntaba: “¿cuál es la vida que sueño, qué tipo de vida quiero llevar?”, y la respuesta era: “Una vida que sea imitación de la de Cristo”. Pero leyendo el Evangelio ella contemplaba el amor de Cristo hacia los pobres, su predilección por los pequeños, y cuando él nos pide que lo reconozcamos en los pobres. Esto provocaba en el corazón de la Madre maravillas una santa obsesión de ayudar a los demás. Eso explica que una religiosa profundamente contemplativa como ella se haya preocupado por construir un barrio de 200 casas para los pobres.
Su compasión generosa ponía en crisis a algunas religiosas de su convento, hasta el punto que llegaban a preguntarle: “Pero madre, ¿acaso nosotras tenemos que ayudar a todos los pobres?”. Y ella respondía: “A todos no, pero a los que pasen a nuestro lado sí”.
Para ella, en definitiva, se trataba de crecer en el amor, porque el sentido de esta vida es darnos la oportunidad de lograr ese crecimiento que nos prepara para el gozo del cielo. No vale la pena ponerle a esta vida otros objetivos. Ella decía: “Este tiempo tan corto de la vida es para crecer en el amor”. No se trata de un mero esfuerzo nuestro, sino de dejarse estimular por el amor del Señor, porque “el amor del Señor no tiene límites, que tampoco lo tenga el nuestro”. Pronto empezaremos en nuestra Arquidiócesis un año especialmente dedicado a la santidad, que ella interceda por nosotros para que sea un tiempo de intenso crecimiento.
Otra característica de la Madre Maravillas era algo que en realidad es muy propio de todas las carmelitas, y que vemos también en los demás santos del Carmelo. Se trata de la confianza y el abandono total en las manos del Señor. Recordemos algunas expresiones preciosas de ella:
“Quiero confiar a ciegas, y esperar contra toda esperanza”.
“Si se abandona del todo, el Señor va a llevar a cabo la obra de su amor en este abismo de miseria.
“Cuando tú quieras, como tú quieras, lo que tú quieras”.
“Es una felicidad estar colgados de la providencia de Dios”.
Fíjense: “colgados” de la providencia de Dios, como quien no tiene nada más en donde encontrar seguridad, seguros de que si se rompe ese hilo todo se cae, pero con la certeza de que él no nos suelta si no cede nuestra confianza.
A ustedes, hermanas carmelitas, el testimonio de la Madre Maravillas las estimula a valorar, a gozar y a agradecer su propia vocación, a vivirla con ganas y sin dudas ni vueltas. Para poder llegar a decir como la Madre Maravillas: “¡Qué felicidad morir carmelita!”.
Mons. Víctor M. Fernández
Arzobispo
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