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Celebración de la Virgen del Carmen en el monasterio platense.

El obispo auxiliar de La Plata, Mons. Nicolás Baísi, presidió la Santa Misa solemne de la Virgen del Carmen, en el monasterio de carmelitas descalzas Regina Martyrum y San José, de calles 7 y 35. Concelebraron con él varios sacerdotes, y asistieron en el servicio del altar diáconos y seminaristas. Al término de la Eucaristía centenares de fieles recibieron el Santo Escapulario.
Este año, la celebración estuvo marcada por el recuerdo agradecido del ex provicario general de la Arquidiócesis de La Plata, Mons. Jorge Schoeffer, y de la Madre María del Carmen de Jesús, OCD; fallecidos en enero de 2014. Y que fueran verdaderos emblemas de entrega sacerdotal y religiosa.
En su homilía, Mons. Baísi -quien todas las mañanas, a las 7.30, celebra la Misa conventual- le dio gracias a Dios «por el regalo de este monasterio para nuestra Arquidiócesis. Aquí las Hermanas, con su oración, sacrificios y generosidad, fecundan la tierra de la Viña del Señor. Al celebrar a la Madre del Carmelo ponemos, en su corazón, todas nuestras necesidades. Y pedimos la gracia de recibirla en nuestro hogar, como el discípulo amado (Jn 19, 26 – 27), con la firme voluntad de crecer en el amor y el servicio».

Camino al Centenario del convento

El 22 de octubre de 1931, el entonces Obispo de La Plata, Mons. Francisco Alberti, bendijo e inauguró el monasterio. El propósito de fundarlo comenzó a concretarse en 1910, cuando con la aprobación del Obispo Terrero se adquirió el solar donde iba a edificarse dos décadas más tarde.
La piadosa inquietud fue de Sor María Teresa de los Dolores (Crámer Lezica era su nombre de familia), monja del monasterio Santa Teresa de Jesús, de Buenos Aires. Se le ocurrió, al parecer, porque conservaba el grato recuerdo de sus vacaciones infantiles en La Plata, la ciudad nueva y prodigiosa con la cual estableció un vínculo espiritual. Comprendió, de esa forma, que era preciso intensificar allí la presencia de Dios, y ejercer a favor de sus habitantes un ministerio de intercesión. Fue su familia, su madre especialmente, la que se hizo cargo de aquella inquietud, y a través de peripecias providenciales logró concretar el sueño de la joven monja.
El camino al Centenario, que se celebrará Dios mediante, en tres lustros, encuentra al monasterio en plena etapa de crecimiento, y con un importante desarrollo de vocaciones. Cuenta hoy con quince religiosas profesas, y cinco novicias.

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