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Mensaje de Monseñor Aguer a los catequistas.

En el ofertorio de la Misa celebrada en Sagrado Corazón de Jesús, de Los Hornos.

 

Plano general de la Eucaristía.

 

Catequistas llevando en procesión la imagen de la Virgen María.

 

El Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, celebró la Santa Misa de clausura del XXI Retiro Arquidiocesano de Catequistas, que se realizó en la Casa de Ejercicios Espirituales «Nuestra Señora de Luján» (Seminario Menor), de Los Hornos. Concelebraron con él su Obispo auxiliar, Mons. Nicolás Baisi; el padre Gerardo Gallo, responsable arquidiocesano de la Catequesis, y el padre Gerardo Söding, de la Diócesis de San Isidro, quien predicó el retiro.

     En su mensaje a los catequistas, Mons. Aguer dijo que «es una iniciativa muy conveniente, necesaria incluso, comenzar la actividad catequística del año con un retiro espiritual, aunque sea de un solo día. Esta práctica se ha tornado habitual para nosotros por decisión de la Junta Arquidiocesana, y se extiende también a otras áreas pastorales. Los políticos nos han plagiado, y usurpan el nombre ‘retiro espiritual’ para designar a sus reuniones de planeamiento de la acción gubernativa. ¿O serán los periodistas quienes las han bautizado así?. En realidad ellos, unos y otros -dicho esto con todo respeto- no tienen ni idea de lo que es un verdadero retiro espiritual. El retiro no consiste en alojarse en una cómoda quinta y lucir descontracturados, sino en la soledad y silencio del corazón para tratar íntimamente con Dios; es espiritual porque en esas ocasiones intentamos abrir nuestro espíritu al Espíritu Santo a fin de disponernos cada vez mejor, más objetivamente, para captar y seguir con alegría y gratitud sus inspiraciones».

     Agregó que «todos los miembros de la Iglesia, todos los bautizados, están llamados a la santidad, la perfección del amor; a un conocimiento cada vez más explícito de Jesucristo y a una inserción participativa en la vida eclesial… El catequista tiene que tomar ánimo y prepararse para suscitar la búsqueda de Dios, y para trasmitir las verdades fundamentales de la fe que esclarecen la condición del hombre y su destino… La palabra del catequista tiene que ser clara, sencilla, sustancial, adecuada a sus oyentes; en ella debe resonar la verdad inalterable de la fe, y ha de ser dicha con paciencia y amor, avalada por la ejemplaridad de la vida».

     Luego de agradecerles, vivamente, por su labor, los exhortó «ante todo, al estudio y conocimiento, que necesitamos ampliar y profundizar, de la doctrina de la fe, tal como la trasmite nuestra Madre, la Iglesia. Lean continuamente el Catecismo de la Iglesia Católica; estúdienlo hasta saberlo casi de memoria, si es posible… El estudio de la doctrina no puede separarse de la oración; se la comprende cada vez mejor en la intimidad con el Señor Jesús, que nos ilumina en la contemplación de su Palabra, Él que es la Palabra en la cual el Padre nos habló definitivamente».

     Por último, subrayó que «muchas veces he propuesto una meta relativamente modesta, pero en realidad desafiante, y quizá excesiva en el contexto socio-religioso actual: que un diez por ciento de los niños que concluyen el trienio catequístico con la Primera Comunión, perseveren en la vida cristiana, y se integren a una de nuestras comunidades. Podemos señalar una meta previa: que durante la catequesis asistan a misa todos los domingos… Luchamos contra un atavismo nacional: los bautizados no van a misa».

    Estas palabras de Mons. Aguer son un extracto de su homilía. En su momento, publicaremos el texto completo y oficial.

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