Mons. Fernández: «Este servicio es un modelo de sinodalidad»
El Arzobispo Víctor Manuel Fernández presidió la misa esta lunes 1° de mayo en la parroquia Ntra. Sra. de Luján para conmemorar un nuevo aniversario de la fundación del Servicio Sacerdotal de Urgencia de la arquidiócesis platense. Concelebraron junto al arzobispo, el párroco Nicolás Oyhamburu y los Pbros. Mons. Rodolfo O’Neill, Diego Bacigalupe y Christian Viña, delegado episcopal para la atención de enfermos y el acompañamiento de centros de salud.
En la homilía, monseñor Fernández expresó: “Hoy queremos celebrar y agradecer la misión del servicio sacerdotal de urgencia, que está para asegurarnos de que ningún enfermo grave se quede sin el consuelo de los sacramentos. Vamos a reflexionar brevemente a partir del nombre”:
En primer lugar, expresó, aparece la palabra “servicio”. “Cuando Jesús lavó los pies a sus discípulos les dijo: ‘Yo estoy entre ustedes como el que sirve. Hagan lo mismo entre ustedes’. Jesús mismo nos ha pedido que seamos servidores. Pero como ustedes saben, el mundo de hoy fácilmente nos inclina al individualismo, a la obsesión por nuestros tiempos privados, a la búsqueda enfermiza de placer y comodidad”.
“El tiempo de pandemia ha agravado eso. ¿Recuerdan que el Papa decía que íbamos a salir mejores o peores? La verdad es que salimos peores. La gente no salió de la pandemia diciendo: ¿cómo gasto mi vida para servir?. No, salió diciendo: ¿Cómo puedo tener más tiempo libre, dónde puedo irme de viaje? Sin darse cuenta que esa obsesión no te hace más feliz y que no hay nada que alivie tanto el alma como haber hecho algo bueno por otra persona. Qué bueno que ustedes sigan optando por el servicio”, continuó.
La segunda palabra, continuó, es “sacerdotal”, “porque hay personas que visitan a los enfermos, los entretienen, les hacen masajes, los acompañan, pero hay un momento en que es indispensable el sacerdote, porque hay algunas cosas que sólo él puede hacer. El orden sagrado los capacita para el perdón de los pecados y para dar la unción de los enfermos, y si no está el orden sagrado un laico de ninguna manera puede reemplazarlo en eso”.
“’Llamen a los presbíteros’ dice la carta de Santiago que escuchamos. Por esta razón es un desperdicio que un sacerdote se dedique a un montón de reuniones o actividades que pueden hacer los laicos, y que sea difícil encontrar un sacerdote para confesarse o para llevar la unción a un enfermo. Es un gran desperdicio”, agregó.
Por eso, señaló, “también es necesario este servicio de los laicos que preparan el camino a los sacerdotes. Es más, puede ocurrir que una persona enferma llame porque necesita unas palabras de consuelo y puede ir un laico a darle esas palabras y a rezar con esa persona. Pero luego hace falta necesariamente el sacerdote con la fuerza de los sacramentos. Por eso este servicio es un modelo de sinodalidad, porque se suman los esfuerzos de los sacerdotes que tienen la generosidad de estar disponibles para atender enfermos, y la tarea de los laicos, siempre dispuestos a atender con amabilidad y procurar que ningún enfermo se quede sin la asistencia de los sacramentos. Pero además, esos laicos están allí siempre dispuestos a interceder, a orar por esa persona que está en el momento decisivo de su vida”.
La tercera palabra, subrayó, es “urgencia”, y señaló que esta misma “puede tener dos sentidos: uno más superficial es que a esa persona el tiempo se le acaba, está en riesgo de muerte y hay que llegar a tiempo. Pero tiene un sentido más profundo todavía. Tiene que ver con lo que urge, que es una necesidad imperiosa. Lo urgente entonces se convierte en lo más importante, eso que no puede faltar, eso que es esencial. Y en este caso se trata de lo definitivo”.
“Estamos hablando del destino último de la persona que está en juego, y entonces urge asegurarse que ese destino, ese proyecto eterno de Dios se cumpla ahora. Esa persona que pide un sacerdote está en el momento crucial de su existencia. Allí se juega todo”, exclamó, y subrayó que “esa persona que ha sido creada para alcanzar su plenitud en el amor y en el gozo de Dios, necesita ayuda en los últimos momentos donde se decide la verdadera finalidad de su vida: entrar en el gozo eterno del Señor”.
El arzobispo recordó que “San Agustín decía que en el momento de nuestra entrada en el cielo, nos asombraremos viendo a algunas personas que estarán allí recibiéndonos: son todos los pobres y enfermos que hemos ayudado con misericordia”.
Y finalizó: “Queridos hermanos del servicio sacerdotal de urgencia: cuántos de estos enfermos que recibieron la ayuda de ustedes en el momento de mayor urgencia, en el momento decisivo, los recibirán a ustedes en el cielo”.
Durante la celebración se agradeció a Mons. Rodolfo O’Neill y al Pbro. Daniel Manzuc por haber acompañado desde la fundación del Servicio Sacerdotal platense.
También se reconoció el compromiso de los laicos, entre los que se mencionó a Rafael Foti y a Rodolfo Gamoneda por haber servido desde el primer día en esta institución.
Además, se extendió el agradecimiento a Roberto Comisso, junto con Jorge Panno y Roberto Quintana, quienes dejaron hoy su rol de coordinación.
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