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Mons. Aguer presidió las patronales de San José Obrero.

Mons. Aguer junto al padre Harriague, el padre Castiella, y los monaguillos, al finalizar la Santa Misa.

Mons. Aguer junto al padre Harriague, el padre Castiella, y los monaguillos, al finalizar la Santa Misa.

 

 En la Plegaria Eucarística.

En la Plegaria Eucarística.

 

En la Comunión.

En la Comunión.

 

Una feligresía que crece sostenidamente.

Una feligresía que crece sostenidamente.

 

Profunda piedad en la procesión.

Profunda piedad en la procesión.

 

El patrono de los trabajadores llevado en andas por obreros de la zona.

El patrono de los trabajadores llevado en andas por obreros de la zona.

 

Banda del Regimiento 7, de La Plata.

Banda del Regimiento 7, de La Plata.

 

El Arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, presidió este 1° de Mayo las fiestas patronales de la parroquia San José Obrero, en el barrio Obrero, de Berisso; una de las periferias más pobres de toda la Arquidiócesis. Concelebraron en la Santa Misa, con el prelado platense, el párroco, padre Miguel Harriague, y el padre Ignacio Castiella. Y participaron de la procesión previa, y atendieron confesiones varios sacerdotes del Decanato Berisso – Ensenada.

En su homilía, Mons. Aguer destacó la figura de San José, como padre adoptivo de Jesús, patrono universal de la Iglesia, y patrono de los trabajadores. E hizo referencia a la rica Doctrina Social de la Iglesia, que tuvo un auténtico jalón con la encíclica Rerum Novarum, de León XIII, en 1891.

Agregó que “le debemos al recordado Pío XII, en 1955, haber declarado a San José como modelo de los trabajadores. Que hay que trabajar eso nadie lo duda. Más aun, para un cristiano trabajar es un deber. San Pablo, en la segunda carta a los Tesalonicenses (3, 10), dice ‘si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma’. Esa es la ley cristiana del trabajo. En Argentina estamos acostumbrados a que hay mucha gente que come sin trabajar; y que no solo come sino que se enriquece sin trabajar… No es un ejemplo ni mucho menos. Así estamos; así le va al país… Lo que corresponde, humanamente, es trabajar. Como se decía antes: ganar el pan con el sudor de la frente”.

Sostuvo, igualmente, que “todos tenemos que trabajar. Yo trabajo de Obispo; el padre Miguel y los otros sacerdotes trabajan de curas; ustedes trabajan donde trabajan. Las amas de casa (ahora las feministas no quieren que se las llame así) trabajan en la casa. Y los niños también trabajan yendo a la escuela, y no paveando. El estudio es, para ellos, su trabajo. De él depende su futuro”.

Recordó, asimismo, “una frase de Eva Perón, que es fantástica. Ella no era feminista; y en un mensaje que en 1946 envió a un congreso de mujeres, en Barcelona, decía que: nuestro siglo (por el XX) será recordado como el siglo del feminismo victorioso. Y la victoria del feminismo consiste en la indisolubilidad del matrimonio, y la presencia de la mujer en el hogar…”.

Subrayó, igualmente, que cuando no se trabaja “se está fallando en algo. Dejamos de cumplir con lo que Dios nos manda, y de colaborar con su obra creadora. Dios ha creado todo, y nos ha dejado todo en nuestras manos. Y está en nosotros dar crecimiento y completar  la obra de la creación… Cuando acabe todo; cuando Cristo vuelva, al fin de los siglos, la creación estará completada, y ahí estará adentro el trabajo de todas las generaciones; en nuestro caso, como cristianos, el trabajo trasformado por la gracia de Dios”.

Remarcó, también, que “la Iglesia siempre ha tenido presente a San José, al luchar por la dignidad del trabajo y de los trabajadores. Y al reclamar que haya trabajo genuino (no planes ni subsidios), para que cada uno se pueda ganar el pan dignamente… En 1891, cuando arreciaba el capitalismo más brutal, en la Rerum novarum, cuyo subtítulo es Sobre la condición de los obreros, el papa León XIII, protestaba contra la esclavitud que sufrían los obreros en ese capitalismo. Hoy todavía, en muchos lugares, subsisten formas de esclavitud… Por eso urge conocer y llevar a la práctica la Doctrina Social de la Iglesia; para que el trabajo de varones y mujeres sea debidamente reconocido”.

Por último, Mons. Aguer, evocó la figura del padre Pascual Ruberto; quien entre 1957 y 1992 fue párroco de San José Obrero. “Él –subrayó- fue un sacerdote íntegro; fiel a la Iglesia y a su doctrina. Y que, sin ideología, sin caer en el tercermundismo, luchó incansablemente por el progreso integral de los trabajadores, en tiempos bien difíciles”.

 

Con auténtico clima barrial

 

Las patronales tuvieron un auténtico clima de fiesta barrial. La procesión recorrió las calles más necesitadas del barrio. Y contó con la participación de numerosos fieles de la parroquia, y de parroquias vecinas. Se hizo presente, asimismo, la banda del Regimiento 7, de La Plata; quien interpretó distintas marchas patrióticas.

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